viernes, 23 de agosto de 2013

EPÍLOGO.



No podía existir mayor dicha en aquélla familia. Mariana amaba levantarse cada mañana y sentir la quietud de la casa. Vestirse despacio, y dejar un beso en la espalda de su esposo hace diecisiete años. Bajar las escaleras y encontrarse al más grande de la familia leyendo sentado en la mesa.

  • ¿Cómo te trae biología? – lo despeina y abre el mueble para sacar las cosas y hacer el desayuno.
  • Mal, me trae. No sé para que quiero biología yo, si voy a ser contador.
  • Un poco de cultura general no viene mal, hijo. ¿Mateo?
  • ¿Qué pensás vos que puede estar haciendo?
  • ¿Todavía no se levantó?
  • Y no. Si se lleva biología, su problema. Yo ya le dije que no le pienso entrar más a los exámenes por él.
  • Así me gusta ¿Ya desayunaste?
  • No ¿Me hacés café?
  • Si, te lo ganaste.- le sonrió. Pasan unos diez minutos en silencio. Mariana preparando desayuno para una manada, y Valentino estudiando biología.
  • Mamá ¿Me hacés la leche? – entra Peter con la más pequeña de la familia en brazos, haciendo el pedido por la pequeña que no habla.
  • ¡Buen día princesita!- le estira los brazos y la mini rubia mete la cabeza en el cuello de su madre.- Uy, estamos con noni parece…
  • ¿Y, cómo vas con biología hijo? – Pedro asoma la cabeza por el hombro de su hijo mayor y espía la cuadernola.
  • Entiendo todo, pero no me gusta la materia y no me entra en la cabeza. Falanges proximales ¿Qué mierda son las falanges proximales?
  • Los nudillos, hijo.
  • ¡Ahí está! ¿Para qué le ponen falanges proximales en vez de nudillos? ¡¿Y vos cómo sabés?! – pobre, se está estresando con las finales.
  • Porque me quebré tres cuando tenía tu edad. – se ríe y va a continuar con el desayuno que dejó a medio hacer su esposa. Ahora ella se encarga de darle de comer a Sofía.
  • ¿A qué hora entraba Luz hoy? – interroga la madre.
  • A primera. El único día que no va con nosotros son los jueves.- le recuerda.
  • Listo, yo no estudio más.- cierra el libro haciéndolo sonar fuerte y asustando a su hermanita.- Perdón, enana.
  • ¿Podés despertar a tus hermanos? Decile a Luz que arregle a Alegra. Y que no se queje porque no sale el viernes.- anticipa, y Valentino se va escaleras arriba por la casa de cinco habitaciones.
  • Mejor a Santino lo levanto yo. Sabés como se pone los lunes.- bosteza Peter.
  • Bueno, yo termino acá.

A los quince minutos y después de escuchar varios gritos, baja el batallón a desayunar. Valentino y Mateo, los gemelos de 17 años; Luz con 15 que se festejaban el sábado; Santino con 12 y todo un ser perezoso y Alegra con 10, se sumaban a Sofía que todavía no cumplía todavía 2 años y a no ser cuando tenía sueño, era una niña parlante.

  • ¡No! ¡Hoy había final de biología!- Mateo es todo un atorrante. Vive ligando mujeres y de estudio, todo salvado a suerte. Y con un poco de ayuda de su hermano gemelo también, que le entró a tres exámenes.
  • ¿Vos me estás jodiendo? ¡Te desperté para estudiar idiota! – Valentino es al que se le ve el gran futuro en la familia. El que le pone más empeño al estudio.
  • Ay gordo, dios mío, se estudia de noche. ¡Yo ni en pedo me levanto a estudiar a las seis de la mañana! – Luz también tiene sus temitas con el estudio. Ella prefiere salir a bailar con sus amigas.- A propósito ¿Consideraron mi opción de dejar el colegio?
  • Si, la consideramos.- le sonríe el padre.- Y no sueñes con dejar de estudiar. El colegio lo terminás.
  • Yo no entiendo para que voy a estudiar, si me voy a dedicar al modelaje… - a la más grande fue a la única que se le ocurrió seguir el camino del padre. Ella disfruta de posar frente a cámaras mucho más de lo que lo hacía Peter. Hacía, claro. Cuando había nacido Santino, había dejado el mundo del modelaje aparte para dedicarse a full a la neonatología, y a su familia, claro.
  • ¿Ves? Es una teoría confirmada que las modelos son todas huecas. Las otras no debían de tener un padre que no las dejara abandonar el colegio…- Santino AMA pelear con su hermana más grande. Le saca canas verdes.
  • Y por como le va, se complica que deje de ser hueca ni que termine el secundario. – reprueba Valentino.
  • ¿Pueden hacer silencio y comer? Se les va a hacer tarde. Alegra, despega la cabeza de la mesa, hacéme el favor.
  • Tengo sueño.
  • ¡Qué novedad! Dale, que después llegamos todos tarde por tu culpa.- porque salen todos juntos para ir al Mandalay, que les queda a quince minutos de viaje en auto.
  • Peter ¿Cuántas citas tenés hoy?
  • Cuatro ¿Por?
  • ¿Por? ¿Disculpáme? ¿Se te olvidó que hoy tenés algo para hacer, querido? – Luz habla con sus padres como si fueran sus amigos. Con una desfachatez increíble.
  • Los exteriores de tu hija, Pedro.- lo reta su mujer.
  • No me olvidé, no me olvidé. Lo tengo anotado en la agenda.
  • Claro, no es lo suficientemente importante como para que te lo acuerdes sin recordatorio ¿No?
  • ¡Qué histérica que sos mija! ¡Ni a las siete de la mañana parás! – Mateo tiene el síndrome de la resaca continua. Siempre le molestan los gritos cuando se levanta temprano.
  • Tienen diez minutos para comer y cinco para acomodar sus cosas, si me voy y dejo a alguno se joden. Vení Chofi, papá te va a vestir.- Pedro levanta a la pequeña entre brazos y se va escaleras arriba.
  • No lo pongan de mal humor ¿Puede ser? – los rezonga la madre y también sale de la cocina para dejar a los cinco comiendo solos.

Ahí estaba, la familia de seis hijos que ella quería. Con apenas 38 años ya tenía esa meta cumplida. Después de que los gemelos nacieron, a Peter no se le hizo nada difícil pensar en tener más hijos. Luego de haberlo visto, coincidía plenamente en que le gustaba el bullicioso en la casa. La mesa siempre estaba repleta de gente, o porque venía alguien de la familia a comer, o porque los chicos se traían a algún amigo/a.

  • Mamá… - la llama Luz.
  • ¿Qué, hija?
  • ¿No estoy como más gorda? – se aprieta los costados de su cuerpo.
  • No, estás hermosa, igual que siempre.
  • ¿No tendría que ir a hacerme otra prueba con el vestido? Por las dudas, mirá si el sábado me lo pongo y no me entra. ¿No hay alguna cosa nutricional que me puedas dar para bajar?
  • Te va a quedar perfecto. No te pongas nerviosa, que va a salir todo bien.- le hace una caricia.
  • ¿Por qué se tardan? – Pedro espera afuera.
  • Tu hija, que dice que está gorda.
  • ¡Si estás gorda! ¡Dale, veni y calláte!
  • ¡Santino!- Luz grita muy finito y molesta. – Ay dios mío, porque no fui hija única…
  • ¿Y a mí me dejás afuera? – El hermano proclamado favorito por Luz, es Mateo. Comparten esa manera alocada de ser.
  • No, a vos no. Y a Valentino tampoco, de última no está mal tener un hermano inteligente que me ayude con las materias cuando no entiendo una mierda, viste.
  • ¿Podés cuidar el vocabulario? – la madre se sube al auto más adelante.
  • ¿Y yo? – la mira Alegra.
  • No, vos tampoco Ale. Vos sos mi experimento, a vos te voy a sacar buena, vas a ver. Vas a ser la chica mejor vestida, más top, más todo porque yo te voy a pasar trucos. Y a vos también, Chofi. ¿¡Ves?! ¡Mi único problema sos vos!- le grita a Santino, que está en el auto de al lado.
  • El sentimiento es mutuo.
  • ¿Por qué tuviste que nacer? ¿No podían usar preservativo, ese día?
  • Luz, no le digas eso a tu hermano.

Después de dejar a los cinco en el colegio, Pedro se va a tres consultas matutinas. Cuando llega a casa, Sofía está durmiendo y su mujer ya preparó el almuerzo. Está sentada a la mesa mirando unos papeles. Es la que lleva la administración de la economía.


  • ¿Y? ¿Sobrevivimos a los 15 de Luz?
  • Vamos a estar bien.- le sonríe.
  • No sé porque no le dejaste esto a Vale, se le da mucho mejor y ya practica para el futuro.
  • No. La última vez que lo hizo, Mateo lo convenció y le sumó 500 pesos a la cuenta que se los quedaron ellos. Mejor lo hago yo. Despacito pero me sale, no me iba tan mal en matemática, ché.
  • ¿Sabés en que no te va mal, tampoco? – la levanta de la silla.- En asuntos del amor.- la besa.
  • ¿Qué pasa, ya querés que se venga el séptimo?
  • Y, con las ganas que te tengo, digamos que se pueden venir hasta el noveno de un tirón. Podríamos tener trillizos, eso sería nuevo.
  • No, por dios. Yo creo que por acá se cierra la fábrica. – anunció.
  • Igual… se puede seguir haciendo el trámite.- le sonrió.
  • ¿Por qué sos así? Mateo y Luz salieron a vos con tanta desfachatez, estoy segura.
  • ¿Por qué, está mal que quiera estar con mi mujer?
  • No…- dejó un beso en su boca.- Está mal que quieras hoy, está por llegar Luz grande.
  • Me había olvidado de que venía mamá.
  • Gracias a Dios, viene. Sino yo creo que Luz junior no sobrevive al sábado.
  • Pobre mi hija. Ya cumple 15.
  • ¿Pobre por qué? Va a empezar a conocer lo mejor de la vida.
  • Ay, Lali. Luz empezó de antes, ya sale a bailar, ya anduvo con unos cuantos pibes… Me hago el dolobu pero no soy.- avisa mientras se ubica en el sillón y a su esposa sobre las piernas.
  • Bueno… Es que todas sus amigas sale, no quería que quedáramos como unos padres re ortivas.
  • No digo nada porque Mateo la tiene bastante controladita. ¿Viste que se le tiró a un amigo de él?
  • ¿Luz? ¿A un amigo de Mateo?
  • Si. Mateo le paró el carro, por suerte. Me dijo el otro día cuando lo llevé a jugar al fútbol.
  • Bueno, igual son dos años de diferencia, nada más.
  • En la adolescencia dos años pesan. Luz quiere un noviecito y Mateo ya quiere sexo, sus amigos igual. Eso está claro.- obvió.
  • No te pongas histériquito…- dejó un beso en su mentón.
  • Me molesta que intente crecer más rápido. Me preocupa que Alegra vaya a crecer igual. Para cuando Ale tenga la edad de Luz, Mateo y Valentino ya van a estar para otra cosa y no la van a poder vigilar.
  • Bueno, pero va a estar Santi…
  • Santino ni bola le va a dar, va a hacer la suya, si ni le importa.- negó preocupado.
  • Bueno, bueno, no te estreses. Ya llegará el momento y veremos como le ponemos límites. – dejó un beso en su cuello.
  • Vos ponéte límites y dejá de darme besos en el cuello porque te violo. – lo dijo así, muy campante.
  • No cambiás más vos, eh.
  • No, igual vos me querés así. – y le sonrió, recordando haber tenido una charla similar pero unos dieciocho años antes.
  • No.
  • ¿No?
  • No. No te quiero, te amo.- él se rió, y juntó sus labios con los suyos.  

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    Con mil años de retardo pero llegó el epílogo. Estoy sumergida actualmente en un caos que se llama vida= universidad + vida social + dormir un poco. No estoy todavía pensando en subir otra historia, aunque si estoy escribiendo una, tranquila, sin presionarme. Así que talvez nos volvamos a ver. Gracias por acompañarme a pesar del desastre en el tiempo de subida, por leerme, por escribirme. Siempre estaré ahí para el que quiera mandarme un mail, por lo que sea, a CamilaAmaral95@hotmail.com o twitter.com/CamiAmaral7   Muchos besos! 


viernes, 9 de agosto de 2013

CAPITULO 110.


Pedro abrió la puerta de la casa y vio todas las luces apagadas. Era bastante tarde, así que no era extraño. Lo extraño fue prender la luz y encontrarse con la mesilla del living decorada románticamente, con pétalos de rosa alrededor y velas, apagadas. También fue raro que, si se suponía era una cena romántica, no estuviera su novia cerca.

Suspiró y dejó el bolso en el sillón. Subió las escaleras y entró en la habitación. Mariana se acurrucó más entre las sábanas y fijó sus ojos en la ventana.

  • Hola.- quiso dejar un beso en su cabeza, pero ella no lo dejó.- Perdonáme, cuando salí del shooting Vico me llamó para ir a jugar al fútbol. Se me hizo tarde.
  • Me hubieras avisado.- enojadísima.
  • Perdonáme, no sabía que ibas a preparar algo… Perdonáme, me hubieras dicho.- se sacó la remera por el cuello.
  • Era una sorpresa. No se me ocurrió que ibas a ir a algún lugar sin decirme.
  • Mi amor, no te enojes, no sabía… - ella se levantó de la cama y lo miró, con los ojos llenos de lágrimas.
  • Felices 30 meses. – se secó los ojos y le tiró la pequeña caja, alargada y rectangular, saliendo del cuarto.
Peter suspiró, odiaba tener que remar, aunque hace mucho no lo hacía. Después de haber cumplido un año de noviazgo, prácticamente no había habido peleas entre ellos. La facultad y los trabajos los tenían muy atareados, por eso aprovechaban todo el tiempo que tenían juntos en estar bien, no discutiendo.

Miró la cajita plateada y la abrió, tirando de un lazo de la moña. Sacó la tapa y se encontró con un pequeño aparatito alargado, color blanco, aunque dos líneas color violeta resaltaban en el centro. Frunció el ceño y la sacó de la caja. Leyó las letras en relieve. Eva test.

Le cayó la ficha y el corazón se le detuvo por medio segundo. Se levantó de la cama en la que se había sentado y bajó las escaleras corriendo y tropezando con los escalones.


  • ¡Mi amor!- gritó. Cayó al suelo al llegar al final de la escalera. Se paró enseguida y cruzó el living, salió por la puerta abierta y se colgó de la cintura de su novia, mientras la llenaba de besos y ella se quejaba. – No lo puedo creer, no puede ser.- la apretó.
  • Es.
  • Gracias.- se rió, secando sus ojos.
  • ¿Por qué?
  • Porque me vas a hacer papá… Porque vas a ser la mamá de mi hijo, como yo siempre quise.
  • En realidad… voy a ser la mamá de tus hijos.- él asintió.- No entendiste.
  • ¿Qué?
  • No vas a tener un hijo… vas a tener dos.- se tocó el estómago.
  • ¿Son dos? – bajó sus ojos, sorprendido.
  • Según el médico, si. Gemelos.
  • Gemelos.- se rió y puso una mano en su panza.- Fuiste al médico, sin mí…
  • No quería que te ilusionaras… ¿Estás contento?
  • Si, feliz ¿Vos?
  • Si… Un poco asustada, también.
  • Bueno, no… no te asustes.- se sentó en el banco con ella.- Yo voy a estar con vos, vamos a estar juntos ¿Si? No te tenes que preocupar por nada, yo voy a trabajar más, vos vas a descansar, vas a estudiar cuando nazcan… Yo me voy a encargar de todo.
  • ¿Va a salir todo bien?
  • Por supuesto.
  • Digo, tenemos veinte años, no sé si estamos preparados…
  • Ningún padre está preparado cuando va a tener a su primer hijo. No te preocupes, sabés que todos nos van a apoyar…
  • Es verdad.
  • Voy a ser papá.- se rió.- Es muy loco es… hay que hacer una fiesta, contarle a todos, celebrar… Hay que casarnos. Sí, hay que casarnos, casémonos.- tomó sus manos.
  • ¿Qué? – se rió.
  • Casáte conmigo… Dale, casémonos.
  • Nunca pensé que me lo ibas a pedir así.- se ríe mientras llora.
  • Si ¿No? Fui re poco romántico, perdonáme, re desubicado, re desubicado… Mañana compro un anillo y te lo pido otra vez…- se le nota la exaltación.
  • No, no importa.- seríe.- No tenés que comprar nada… Bueno, en realidad vas a tener que pagar una boda.
  • ¿Si? ¿Si te casás conmigo?
  • Obvio.- le sonrió.
  • Bueno ¿Cuándo? – le toma las manos.
  • Antes de que nazcan… Y antes de que esté echa una pelota. ¿En Enero? como para empezar el año con toda…
  • ¿En cuatro meses? ¿Podés organizar una boda en cuatro meses?
  • Si.
  • Entonces si.- asintió.- ¿De cuánto estás? No sé ¿Cuándo pasó?
  • No sé bien cuando pasó… Estoy de seis semanas nada más. Así que voy a tener cinco meses y medio para el casorio… Aunque como son gemelos van a parecer once meses.- se rió.
  • Bueno, no importa, no importa. Lo importante es que nos vamos a casar… y que vamos a ser papás… De dos.- se encorvó y se abrazó a la panza después de dejarle un beso.- Vamos a ser las personas más felices del mundo, mi amor. Los cuatro juntos… Y con los que vengan también.
  • ¿Con los seis hijos que yo quería?
  • Con siete, si querés. Con lo que vos quieras, te voy a dar todo lo que quieras, te juro… Te amo, te amo. 


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