viernes, 23 de agosto de 2013

EPÍLOGO.



No podía existir mayor dicha en aquélla familia. Mariana amaba levantarse cada mañana y sentir la quietud de la casa. Vestirse despacio, y dejar un beso en la espalda de su esposo hace diecisiete años. Bajar las escaleras y encontrarse al más grande de la familia leyendo sentado en la mesa.

  • ¿Cómo te trae biología? – lo despeina y abre el mueble para sacar las cosas y hacer el desayuno.
  • Mal, me trae. No sé para que quiero biología yo, si voy a ser contador.
  • Un poco de cultura general no viene mal, hijo. ¿Mateo?
  • ¿Qué pensás vos que puede estar haciendo?
  • ¿Todavía no se levantó?
  • Y no. Si se lleva biología, su problema. Yo ya le dije que no le pienso entrar más a los exámenes por él.
  • Así me gusta ¿Ya desayunaste?
  • No ¿Me hacés café?
  • Si, te lo ganaste.- le sonrió. Pasan unos diez minutos en silencio. Mariana preparando desayuno para una manada, y Valentino estudiando biología.
  • Mamá ¿Me hacés la leche? – entra Peter con la más pequeña de la familia en brazos, haciendo el pedido por la pequeña que no habla.
  • ¡Buen día princesita!- le estira los brazos y la mini rubia mete la cabeza en el cuello de su madre.- Uy, estamos con noni parece…
  • ¿Y, cómo vas con biología hijo? – Pedro asoma la cabeza por el hombro de su hijo mayor y espía la cuadernola.
  • Entiendo todo, pero no me gusta la materia y no me entra en la cabeza. Falanges proximales ¿Qué mierda son las falanges proximales?
  • Los nudillos, hijo.
  • ¡Ahí está! ¿Para qué le ponen falanges proximales en vez de nudillos? ¡¿Y vos cómo sabés?! – pobre, se está estresando con las finales.
  • Porque me quebré tres cuando tenía tu edad. – se ríe y va a continuar con el desayuno que dejó a medio hacer su esposa. Ahora ella se encarga de darle de comer a Sofía.
  • ¿A qué hora entraba Luz hoy? – interroga la madre.
  • A primera. El único día que no va con nosotros son los jueves.- le recuerda.
  • Listo, yo no estudio más.- cierra el libro haciéndolo sonar fuerte y asustando a su hermanita.- Perdón, enana.
  • ¿Podés despertar a tus hermanos? Decile a Luz que arregle a Alegra. Y que no se queje porque no sale el viernes.- anticipa, y Valentino se va escaleras arriba por la casa de cinco habitaciones.
  • Mejor a Santino lo levanto yo. Sabés como se pone los lunes.- bosteza Peter.
  • Bueno, yo termino acá.

A los quince minutos y después de escuchar varios gritos, baja el batallón a desayunar. Valentino y Mateo, los gemelos de 17 años; Luz con 15 que se festejaban el sábado; Santino con 12 y todo un ser perezoso y Alegra con 10, se sumaban a Sofía que todavía no cumplía todavía 2 años y a no ser cuando tenía sueño, era una niña parlante.

  • ¡No! ¡Hoy había final de biología!- Mateo es todo un atorrante. Vive ligando mujeres y de estudio, todo salvado a suerte. Y con un poco de ayuda de su hermano gemelo también, que le entró a tres exámenes.
  • ¿Vos me estás jodiendo? ¡Te desperté para estudiar idiota! – Valentino es al que se le ve el gran futuro en la familia. El que le pone más empeño al estudio.
  • Ay gordo, dios mío, se estudia de noche. ¡Yo ni en pedo me levanto a estudiar a las seis de la mañana! – Luz también tiene sus temitas con el estudio. Ella prefiere salir a bailar con sus amigas.- A propósito ¿Consideraron mi opción de dejar el colegio?
  • Si, la consideramos.- le sonríe el padre.- Y no sueñes con dejar de estudiar. El colegio lo terminás.
  • Yo no entiendo para que voy a estudiar, si me voy a dedicar al modelaje… - a la más grande fue a la única que se le ocurrió seguir el camino del padre. Ella disfruta de posar frente a cámaras mucho más de lo que lo hacía Peter. Hacía, claro. Cuando había nacido Santino, había dejado el mundo del modelaje aparte para dedicarse a full a la neonatología, y a su familia, claro.
  • ¿Ves? Es una teoría confirmada que las modelos son todas huecas. Las otras no debían de tener un padre que no las dejara abandonar el colegio…- Santino AMA pelear con su hermana más grande. Le saca canas verdes.
  • Y por como le va, se complica que deje de ser hueca ni que termine el secundario. – reprueba Valentino.
  • ¿Pueden hacer silencio y comer? Se les va a hacer tarde. Alegra, despega la cabeza de la mesa, hacéme el favor.
  • Tengo sueño.
  • ¡Qué novedad! Dale, que después llegamos todos tarde por tu culpa.- porque salen todos juntos para ir al Mandalay, que les queda a quince minutos de viaje en auto.
  • Peter ¿Cuántas citas tenés hoy?
  • Cuatro ¿Por?
  • ¿Por? ¿Disculpáme? ¿Se te olvidó que hoy tenés algo para hacer, querido? – Luz habla con sus padres como si fueran sus amigos. Con una desfachatez increíble.
  • Los exteriores de tu hija, Pedro.- lo reta su mujer.
  • No me olvidé, no me olvidé. Lo tengo anotado en la agenda.
  • Claro, no es lo suficientemente importante como para que te lo acuerdes sin recordatorio ¿No?
  • ¡Qué histérica que sos mija! ¡Ni a las siete de la mañana parás! – Mateo tiene el síndrome de la resaca continua. Siempre le molestan los gritos cuando se levanta temprano.
  • Tienen diez minutos para comer y cinco para acomodar sus cosas, si me voy y dejo a alguno se joden. Vení Chofi, papá te va a vestir.- Pedro levanta a la pequeña entre brazos y se va escaleras arriba.
  • No lo pongan de mal humor ¿Puede ser? – los rezonga la madre y también sale de la cocina para dejar a los cinco comiendo solos.

Ahí estaba, la familia de seis hijos que ella quería. Con apenas 38 años ya tenía esa meta cumplida. Después de que los gemelos nacieron, a Peter no se le hizo nada difícil pensar en tener más hijos. Luego de haberlo visto, coincidía plenamente en que le gustaba el bullicioso en la casa. La mesa siempre estaba repleta de gente, o porque venía alguien de la familia a comer, o porque los chicos se traían a algún amigo/a.

  • Mamá… - la llama Luz.
  • ¿Qué, hija?
  • ¿No estoy como más gorda? – se aprieta los costados de su cuerpo.
  • No, estás hermosa, igual que siempre.
  • ¿No tendría que ir a hacerme otra prueba con el vestido? Por las dudas, mirá si el sábado me lo pongo y no me entra. ¿No hay alguna cosa nutricional que me puedas dar para bajar?
  • Te va a quedar perfecto. No te pongas nerviosa, que va a salir todo bien.- le hace una caricia.
  • ¿Por qué se tardan? – Pedro espera afuera.
  • Tu hija, que dice que está gorda.
  • ¡Si estás gorda! ¡Dale, veni y calláte!
  • ¡Santino!- Luz grita muy finito y molesta. – Ay dios mío, porque no fui hija única…
  • ¿Y a mí me dejás afuera? – El hermano proclamado favorito por Luz, es Mateo. Comparten esa manera alocada de ser.
  • No, a vos no. Y a Valentino tampoco, de última no está mal tener un hermano inteligente que me ayude con las materias cuando no entiendo una mierda, viste.
  • ¿Podés cuidar el vocabulario? – la madre se sube al auto más adelante.
  • ¿Y yo? – la mira Alegra.
  • No, vos tampoco Ale. Vos sos mi experimento, a vos te voy a sacar buena, vas a ver. Vas a ser la chica mejor vestida, más top, más todo porque yo te voy a pasar trucos. Y a vos también, Chofi. ¿¡Ves?! ¡Mi único problema sos vos!- le grita a Santino, que está en el auto de al lado.
  • El sentimiento es mutuo.
  • ¿Por qué tuviste que nacer? ¿No podían usar preservativo, ese día?
  • Luz, no le digas eso a tu hermano.

Después de dejar a los cinco en el colegio, Pedro se va a tres consultas matutinas. Cuando llega a casa, Sofía está durmiendo y su mujer ya preparó el almuerzo. Está sentada a la mesa mirando unos papeles. Es la que lleva la administración de la economía.


  • ¿Y? ¿Sobrevivimos a los 15 de Luz?
  • Vamos a estar bien.- le sonríe.
  • No sé porque no le dejaste esto a Vale, se le da mucho mejor y ya practica para el futuro.
  • No. La última vez que lo hizo, Mateo lo convenció y le sumó 500 pesos a la cuenta que se los quedaron ellos. Mejor lo hago yo. Despacito pero me sale, no me iba tan mal en matemática, ché.
  • ¿Sabés en que no te va mal, tampoco? – la levanta de la silla.- En asuntos del amor.- la besa.
  • ¿Qué pasa, ya querés que se venga el séptimo?
  • Y, con las ganas que te tengo, digamos que se pueden venir hasta el noveno de un tirón. Podríamos tener trillizos, eso sería nuevo.
  • No, por dios. Yo creo que por acá se cierra la fábrica. – anunció.
  • Igual… se puede seguir haciendo el trámite.- le sonrió.
  • ¿Por qué sos así? Mateo y Luz salieron a vos con tanta desfachatez, estoy segura.
  • ¿Por qué, está mal que quiera estar con mi mujer?
  • No…- dejó un beso en su boca.- Está mal que quieras hoy, está por llegar Luz grande.
  • Me había olvidado de que venía mamá.
  • Gracias a Dios, viene. Sino yo creo que Luz junior no sobrevive al sábado.
  • Pobre mi hija. Ya cumple 15.
  • ¿Pobre por qué? Va a empezar a conocer lo mejor de la vida.
  • Ay, Lali. Luz empezó de antes, ya sale a bailar, ya anduvo con unos cuantos pibes… Me hago el dolobu pero no soy.- avisa mientras se ubica en el sillón y a su esposa sobre las piernas.
  • Bueno… Es que todas sus amigas sale, no quería que quedáramos como unos padres re ortivas.
  • No digo nada porque Mateo la tiene bastante controladita. ¿Viste que se le tiró a un amigo de él?
  • ¿Luz? ¿A un amigo de Mateo?
  • Si. Mateo le paró el carro, por suerte. Me dijo el otro día cuando lo llevé a jugar al fútbol.
  • Bueno, igual son dos años de diferencia, nada más.
  • En la adolescencia dos años pesan. Luz quiere un noviecito y Mateo ya quiere sexo, sus amigos igual. Eso está claro.- obvió.
  • No te pongas histériquito…- dejó un beso en su mentón.
  • Me molesta que intente crecer más rápido. Me preocupa que Alegra vaya a crecer igual. Para cuando Ale tenga la edad de Luz, Mateo y Valentino ya van a estar para otra cosa y no la van a poder vigilar.
  • Bueno, pero va a estar Santi…
  • Santino ni bola le va a dar, va a hacer la suya, si ni le importa.- negó preocupado.
  • Bueno, bueno, no te estreses. Ya llegará el momento y veremos como le ponemos límites. – dejó un beso en su cuello.
  • Vos ponéte límites y dejá de darme besos en el cuello porque te violo. – lo dijo así, muy campante.
  • No cambiás más vos, eh.
  • No, igual vos me querés así. – y le sonrió, recordando haber tenido una charla similar pero unos dieciocho años antes.
  • No.
  • ¿No?
  • No. No te quiero, te amo.- él se rió, y juntó sus labios con los suyos.  

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    Con mil años de retardo pero llegó el epílogo. Estoy sumergida actualmente en un caos que se llama vida= universidad + vida social + dormir un poco. No estoy todavía pensando en subir otra historia, aunque si estoy escribiendo una, tranquila, sin presionarme. Así que talvez nos volvamos a ver. Gracias por acompañarme a pesar del desastre en el tiempo de subida, por leerme, por escribirme. Siempre estaré ahí para el que quiera mandarme un mail, por lo que sea, a CamilaAmaral95@hotmail.com o twitter.com/CamiAmaral7   Muchos besos! 


viernes, 9 de agosto de 2013

CAPITULO 110.


Pedro abrió la puerta de la casa y vio todas las luces apagadas. Era bastante tarde, así que no era extraño. Lo extraño fue prender la luz y encontrarse con la mesilla del living decorada románticamente, con pétalos de rosa alrededor y velas, apagadas. También fue raro que, si se suponía era una cena romántica, no estuviera su novia cerca.

Suspiró y dejó el bolso en el sillón. Subió las escaleras y entró en la habitación. Mariana se acurrucó más entre las sábanas y fijó sus ojos en la ventana.

  • Hola.- quiso dejar un beso en su cabeza, pero ella no lo dejó.- Perdonáme, cuando salí del shooting Vico me llamó para ir a jugar al fútbol. Se me hizo tarde.
  • Me hubieras avisado.- enojadísima.
  • Perdonáme, no sabía que ibas a preparar algo… Perdonáme, me hubieras dicho.- se sacó la remera por el cuello.
  • Era una sorpresa. No se me ocurrió que ibas a ir a algún lugar sin decirme.
  • Mi amor, no te enojes, no sabía… - ella se levantó de la cama y lo miró, con los ojos llenos de lágrimas.
  • Felices 30 meses. – se secó los ojos y le tiró la pequeña caja, alargada y rectangular, saliendo del cuarto.
Peter suspiró, odiaba tener que remar, aunque hace mucho no lo hacía. Después de haber cumplido un año de noviazgo, prácticamente no había habido peleas entre ellos. La facultad y los trabajos los tenían muy atareados, por eso aprovechaban todo el tiempo que tenían juntos en estar bien, no discutiendo.

Miró la cajita plateada y la abrió, tirando de un lazo de la moña. Sacó la tapa y se encontró con un pequeño aparatito alargado, color blanco, aunque dos líneas color violeta resaltaban en el centro. Frunció el ceño y la sacó de la caja. Leyó las letras en relieve. Eva test.

Le cayó la ficha y el corazón se le detuvo por medio segundo. Se levantó de la cama en la que se había sentado y bajó las escaleras corriendo y tropezando con los escalones.


  • ¡Mi amor!- gritó. Cayó al suelo al llegar al final de la escalera. Se paró enseguida y cruzó el living, salió por la puerta abierta y se colgó de la cintura de su novia, mientras la llenaba de besos y ella se quejaba. – No lo puedo creer, no puede ser.- la apretó.
  • Es.
  • Gracias.- se rió, secando sus ojos.
  • ¿Por qué?
  • Porque me vas a hacer papá… Porque vas a ser la mamá de mi hijo, como yo siempre quise.
  • En realidad… voy a ser la mamá de tus hijos.- él asintió.- No entendiste.
  • ¿Qué?
  • No vas a tener un hijo… vas a tener dos.- se tocó el estómago.
  • ¿Son dos? – bajó sus ojos, sorprendido.
  • Según el médico, si. Gemelos.
  • Gemelos.- se rió y puso una mano en su panza.- Fuiste al médico, sin mí…
  • No quería que te ilusionaras… ¿Estás contento?
  • Si, feliz ¿Vos?
  • Si… Un poco asustada, también.
  • Bueno, no… no te asustes.- se sentó en el banco con ella.- Yo voy a estar con vos, vamos a estar juntos ¿Si? No te tenes que preocupar por nada, yo voy a trabajar más, vos vas a descansar, vas a estudiar cuando nazcan… Yo me voy a encargar de todo.
  • ¿Va a salir todo bien?
  • Por supuesto.
  • Digo, tenemos veinte años, no sé si estamos preparados…
  • Ningún padre está preparado cuando va a tener a su primer hijo. No te preocupes, sabés que todos nos van a apoyar…
  • Es verdad.
  • Voy a ser papá.- se rió.- Es muy loco es… hay que hacer una fiesta, contarle a todos, celebrar… Hay que casarnos. Sí, hay que casarnos, casémonos.- tomó sus manos.
  • ¿Qué? – se rió.
  • Casáte conmigo… Dale, casémonos.
  • Nunca pensé que me lo ibas a pedir así.- se ríe mientras llora.
  • Si ¿No? Fui re poco romántico, perdonáme, re desubicado, re desubicado… Mañana compro un anillo y te lo pido otra vez…- se le nota la exaltación.
  • No, no importa.- seríe.- No tenés que comprar nada… Bueno, en realidad vas a tener que pagar una boda.
  • ¿Si? ¿Si te casás conmigo?
  • Obvio.- le sonrió.
  • Bueno ¿Cuándo? – le toma las manos.
  • Antes de que nazcan… Y antes de que esté echa una pelota. ¿En Enero? como para empezar el año con toda…
  • ¿En cuatro meses? ¿Podés organizar una boda en cuatro meses?
  • Si.
  • Entonces si.- asintió.- ¿De cuánto estás? No sé ¿Cuándo pasó?
  • No sé bien cuando pasó… Estoy de seis semanas nada más. Así que voy a tener cinco meses y medio para el casorio… Aunque como son gemelos van a parecer once meses.- se rió.
  • Bueno, no importa, no importa. Lo importante es que nos vamos a casar… y que vamos a ser papás… De dos.- se encorvó y se abrazó a la panza después de dejarle un beso.- Vamos a ser las personas más felices del mundo, mi amor. Los cuatro juntos… Y con los que vengan también.
  • ¿Con los seis hijos que yo quería?
  • Con siete, si querés. Con lo que vos quieras, te voy a dar todo lo que quieras, te juro… Te amo, te amo. 


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miércoles, 24 de julio de 2013

CAPITULO 109.



  • ¿Qué pasó?- Peter entra y ve a Cristóbal con otro médico en la habitación.
  • Fue rarísimo, a pesar de la anestesia, se despertó y tuvo un caso de disnea.
  • Cristóbal, me dijiste que no se iba a despertar.- reprochó.
  • Ya sé, no se supone que se despertara. La anestesia es muy fuerte, no sé como pasó. Le pidió un teléfono a la enfermera, dijo que tenía que llamarte.
  • Pero no me llamó.
  • No se puede tener celulares acá. Le empezó a faltar el aire y perdió la consciencia. Está peleando con la anestesia, se quiere despertar.
  • ¿Y si se quiere despertar para que le siguen poniendo anestesia?- se molestó.
  • Okay, se la sacamos. Ahora va a despertar cuando quiera.
  • No me muevo de acá.- se sentó en el sillón.
  • Peter…- Lali habló toda afligida.- Peter…
  • Mi amor, estoy acá…- le tomó la mano.
  • Está soñando. No se despertó.- avisó Cris.
  • Está soñando conmigo.- el corazón se le apretó contra las costillas, y dio una tonta sonrisa al aire.
  • Mateo, dejémoslos un rato solos.- le palmea el hombro al enfermero y sale de la habitación.
  • Peter… mi amor… - mueve la cabeza.
  • Lali, estoy acá, tranquila mi amor, estoy acá.- le apretó fuerte la mano. – Estoy acá, tranquila.


  • ¡Hijo! – Luz le sonríe.-- ¿Cómo estás?
  • Bien ¿Vos?
  • Bien, un poco adolorida de la espalda…- se frotó la zona afectada. Peter se sentó en el pequeño sillón y miró la foto de su novia en el fondo de pantalla del celular. Quería ir ya a estar con ella en el cuarto por si despertaba, pero Cristóbal le había recomendado ver a su madre para no preocuparla.
  • No me digas nada ¿Esperando la llamada de Lali? – lo burló. Estaba de buen humor desde que sabía que su vida se había estirado unos 40 años más.
  • Si…- se le hizo un nudo en la garganta.
  • ¿Cómo la está pasando en Inglaterra, bien con el padre?
  • Si…
  • Me podrías decir algo más que un monosílabo ¿No? – se rió.
  • Perdón, estoy en otra.- movió la cabeza para despejarse.
  • ¿La extrañás?
  • Mucho.- se le formó un nudo en la garganta, y los ojos se le llenaron de lágrimas irremediablemente.
  • Ay, hijo…- rió.- ¿Qué pasa?
  • Nada, eso. Que la extraño.- se encogió de hombros.
  • ¿Tanto como para llorar? Dale Peter, no me mientas, soy tu mamá.
  • Ma, Lali fue quien te donó la médula.- se tiró en el sillón, vencido. Si había alguien a quien nunca podría mentirle, era a Luz.
  • ¿Cómo?- se sorprendió.
  • El donante anónimo, era Lali. Lo descubrí ayer de tarde, estoy muy mal.- confesó.
  • Ay no, la voy a matar.- se llevó una mano a la frente.
  • A lo mejor no tenés que hacerlo y se muere sola.- se acarició una mejilla, secándose la lágrima.
  • ¿Se puede morir?
  • No, no… Es que estoy nervioso. No puede ni se va a morir.
  • ¿Entonces? Hay algo más, me doy cuenta.
  • Hay chances de que quede paralítica.
  • ¡Ay, no!- se angustió.- ¿Cómo que paralítica, Peter?
  • Eso dijo Cris. Igual ella sabía que podía pasar y siguió adelante.
  • Yo no te puedo creer que haya llegado al punto de ser tan buena mina… ¡Dios mío! Correr ese riesgo, amando bailar…
  • Correr ese riesgo, por mí. Dijo que era para hacerme feliz y me siento muy culpable.
  • Si, bueno en parte yo también… Pero ¿Qué hacés acá? Anda con ella, hijo. Te necesita.
  • ¿No te enojás?
  • ¡Por supuesto que no! Dale, andá…- Peter se levanta del sillón, su madre deja un beso en su frente y sale disparado al piso inmediatamente superior. Entra y le besa la mejilla, acariciando su cabello.
  • Estoy acá, chiquita.- le susurra.


Mariana aprieta las manos y los ojos. Se quiere mover, pero gime de dolor. La espalda la está matando. Vuelve a abrir los ojos y ve la cara de Peter, observándola con curiosidad.

  • ¿Qué hacés acá? – habló con voz agrietada, decepcionada.
  • No se te ocurra moverte. Voy a llamar a Cris.- salió del cuarto y volvió al minuto.
  • Hola Lali ¿Cómo estás?
  • Me duele mucho la espalda…
  • Es normal, tenés una herida. ¿Podés mover las piernas? … No, mejor no intentes. Peter, ayudála a sentarse en un borde, con mucho cuidado. Yo voy a buscar a Gonzalo, es especialista en lesiones cervicales.- salió del cuarto y Pedro la ayudó a sentarse, con las piernas colgándole.
  • No pruebes moverlas.
  • Ya probé y no puedo.-él suspiró.- Estás enojado ¿No?
  • Un poco.- se encogió de hombros.- Estoy… maravillado, más bien.
  • ¿Maravillado? – lo miró, boquiabierta.
  • Si. Por lo que hiciste por mí, por mamá… Por los riesgos que corriste y corres por nosotros.- le dio una sonrisa y la abrazó muy despacito.- Sos la persona más increíble que conocí en la vida, mi amor.
  • ¿Me vas a querer aunque no camine?
  • Obvio.- le acomodó el pelo.- Nunca voy a pagarte todo lo que hacés por mí.
  • Pensé que ibas a estar furioso conmigo si te enterabas… Perdonáme que te haya mentido, pero sino no me hubieras dejado hacerlo.
  • Al principio me costó… pero cuando leí la carta que escribiste, lo entendí.
  • ¿La leíste? Era si me moría, Peter.
  • La leí cuando no tenía certezas de nada y morir estaba entre tus probabilidades. Sos la mina más buena del mundo.
  • Me da vergüenza.
  • ¿Vergüenza por qué? Fue muy lindo lo que me escribiste… Y también que me dijeras las cosas que tenía que hacer, fue muy inteligente. Sabías que me iba a quedar perdido sin vos y no iba a querer hacer nada.
  • ¿Luz, como está?
  • Está bien. Dijo que te iba a matar cuando pudiera.- se rió.
  • ¿Le dijiste?
  • Intenté no hacerlo, pero me conoce mejor que nadie y a ella no le puedo mentir.
  • Hola Lali ¿Cómo te sentís? – entró Gonzalo. No podía ser mucho más grande que Cristóbal, debían de ser de generaciones cercanas.
  • No se me mueven, doc.- se tocó las piernas.
  • No te preocupes, no significa nada.- negó y se paró delante de ella. Le golpeó la rodilla con el dorso de su mano y esta avanzó hacia delante. - ¿Ves? Tenés el arco reflejo en perfecto estado. Puede que no las sientas por la conmoción, o simplemente están adormecidas. Vamos a hacer la prueba. Agarráte de mí y paráte despacio ¿Si? – estiró sus brazos hacia delante.
  • ¿Puedo hacerlo con él? – miró a Peter.- Me siento más segura…
  • Claro.- le dio una sonrisa de aliento y Pedro se acercó para extenderle los brazos. Ella se apoyó con fuerza en ellos y se deslizó fuera de la cama. Se paró haciendo fuerza suprema para sostenerse.
  • Peter, corréte dos pasos hacia atrás, por favor.- pidió Gonzalo. Él lo miró, suplicándole que no le pidiera que la dejara sin apoyo, pero hizo caso.
  • No puedo…- cerró los ojos. Hacía mucha fuerza intentando mover las piernas.
  • A ver… no fuerces.- levantó la ropa y le miró la espalda.- Hay que chequearlo con rayos X, pero creo que es una subluxación vertebral ¿Qué opinás Cris?
  • Si… Esta vértebra ¿no?
  • Exacto. Parece que no tenés que preocuparte, Lali. Si es lo que pienso, se arregla con Quiropráctica. El problema es que tenés una herida en la espalda y no se puede ejercer presión hasta que cierre.
  • ¿No puedo caminar hasta que se me cierre la herida?
  • No. Pero lo importante es que tu problema tiene solución ¿Si?
  • Supongo.
  • Voy a buscar al mejor Licenciado en Quiropráctica del hospital para vos.-le sonrió y los dos médicos salieron.
  • No me sueltes.- apretó a Peter por los hombros.
  • Nunca.- le sonrió.
  • ¿Qué pasó desde la operación, me perdí de mucho?
  • No. La operación fue antes de ayer.
  • Peter ¿Está todo bien entre nosotros?
  • Si, claro ¿Por qué?- frunció el ceño.
  • Es que hace rato me desperté y todavía no me besaste.- se apenó.
  • No me gusta aprovecharme de vos cuando estás toda frágil.- dejó un beso en su mentón.
  • Ay, seguro me muero si me besás.- ironizó.
  • ¿Te querés acostar?
  • No, quiero que me des un beso. – él se rió y juntó la boca con la de ella.

Mariana sintió como un fuego le subía hasta al pecho y sostuvo a Peter por la nuca para intensificar el beso. La otra mano la puso en su espalda y lo apretó contra ella.


  • Lali, estamos en un hospital…- se rió.
  • Chocolate por la noticia.
  • Tenés que descansar ¿Si?
  • Aguafiestas.
  • No te voy a tocar hasta que estés sana.- avisó.
  • No te voy a hablar hasta que me toques.- se cruzó de brazos cuando él la dejó sentada en la cama.
  • Vamos a ver cuanto durás.
  • Más de lo que pensás.
  • Ya estás hablando.- señaló, sonriendo de costado. Mariana se puso boca abajo para poder acostarse, y se quedó en silencio.
  • ¿Cómo te sentís, hermana? – entró Cristóbal.
  • Me prometiste que no se lo ibas a decir.- lo miró.
  • No se lo dije… Lo descubrió solo.
  • Ay, si. Seguro.
  • De verdad. Le dije que nuestro donante tenía chances de quedarse paralítico y él averiguó en que sala estaba, es tan moral que quería darle apoyo a la familia… y te encontró a vos.
  • ¿Y cómo leyó la carta?
  • ¿La carta? ¿Qué...? ¿Leíste la carta? - miró a Peter y él asintió con timidez.- ¡Te dije que no! Lali, le dije que no.
  • Okay, te creo.
  • Tengo que ir a atender otro paciente. Vos y yo, vamos a hablar sobre andar robándome cosas, eh.
  • Yo voy a dormir.- bostezó y cerró los ojos, escuchando la suavidad de los pasos de Cris y luego la mano de Pitt jugando con sus mechones de pelo y dejando besos en su mejilla.
  • Ahora te estoy tocando ¿Me vas a hablar? - burló.- Dale, no me gusta que no me hables... No es justo que no me hables cuando pasé tres días sufriendo y pensando que te perdía. Hice cosas que nunca había hecho con tal de que estuvieras bien.
  • ¿Cómo qué?
  • Como rezarle a algo en lo que no creía.
  • ¿Rezaste?
  • Estaba desesperado.- se encogió de hombros. Ella estiró una mano, y le tocó la mejilla.
  • Estoy bien.
  • Pensé que te perdía, mi amor.- confesó y su voz salió levemente más ronca.
  • Yo también lo pensé. Pero no pasó nada.
  • Prometéme que jamás vas a volver a hacer una cosa así… Que me vas a venir a hablar, a hacerme entender… Prometéme que te vas a casar conmigo.
  • Cuando crezcamos, sí.- él levantó las cejas, ella se sentó con dificultad- Cuando… bueno, sabía que corría riesgos, me puse a repasar todo lo que vivimos este año. Y me di cuenta de que hay algo que me falló desde el principio.
  • ¿Qué?
  • No creía en esto, en nosotros… Decía que se podía terminar en cualquier momento, que no sabía si iba a durar. Eso era no creer.
  • Bueno pero vos tenés motivos, por lo de tus viejos.
  • ¿Qué tiene que ver eso? Es una idiotez que dije. Mis padres son ellos y yo soy yo. Si yo estoy segura de que te amo, entonces sé que va a durar. – sostuvo la cara entre sus manos y lo miró a los ojos.
  • ¿Entonces?
  • Entonces ahora podemos hacer todos los planes que querrámos… Porque yo no me voy a ir a ningún lugar. Y sé que vos tampoco, que vas a estar siempre al lado mío.

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martes, 16 de julio de 2013

CAPITULO 108.



  • Ey ¿Qué hacés? – Cristóbal se sacó la bata y se sentó junto a Peter que tenía los ojos fijos en el celular. Ya había visto a su madre, quien estaba en perfecto estado.
  • Intento comunicarme con Lali.
  • ¿Podemos charlar un minuto?
  • ¿Le pasó algo a Lali?
  • No. Es sobre el donante. En realidad no tengo que decirte esto, pero, por mi hermana, quiero ser transparente y que sepas todo.
  • ¿Qué pasa?
  • Luz salió bien de la operación, pero el donante no. La médula ósea la extrajimos de vértebras… Hubo un mal contacto con la médula en la zona lumbar y puede verse afectado.
  • ¿Cómo?
  • Puede tener una para o cuadriplejia. No es el cien sobre cien factible pero…
  • No te la puedo.- se tocó al frente.- ¿Tiene familiares con él?
  • Si, están enterados. Ellos no tienen ningún plan de demandarte en caso de que se dé esta situación. Así que podés estar tranquilo.
  • ¿En dónde está? Lo quiero ver, no sé, darle mi apoyo a la familia.
  • En el piso de arriba, pero el acceso es restringido. Está delicada la situación… las próximas horas son cruciales.
  • Suena muy feo cuando los médicos dicen eso.- Cristóbal esbozó una sonrisa.
  • Hay muchas frases feas de doctores. ¿Querés ir a comer?
  • Si, dale.


Peter reflexiona. No quiere quebrantar el pedido del donante que le salvó la vida a su madre pero debe darle apoyo. Era una necesidad moral.

Pone la tarjeta en el lector óptico y las puertas se abren. Se la robó a Cris. Lo ve riendo y tomando café, pasa por allí veloz y llega al final del corredor. Abre la puerta, y entra, pero algo sale mal porque suena una alarma. Ve como Cris sale al pasillo.

  • ¡Peter, no! – le grita pero es tarde, Pedro ya corre a la habitación en que, según había espiado a su cuñado, debía de estar el dador. Abre la puerta y se queda perplejo. Cristóbal llega justo a tiempo para sostenerlo cuando las rodillas le flaquean y casi cae.
  • ¡No!- atraviesa la habitación y toma a la silueta por los hombros.- ¡Lali! ¡Mi amor! ¡Despertáte!
  • ¡Peter no la toques!- Cristóbal le sostiene los brazos.- ¿¡Estás loco!? – Pedro se mira las manos cubiertas de sangre. La espalda de Lali, se había cubierto de sangre.
  • ¡Lali! – gritó y empezó a llorar.
  • ¿Qué pasa? – entró Roberto, el medio hermano de Cristóbal.
  • ¡Sacálo de acá porque lo mato! – le gritó y Roberto lo empujó hasta dejarlo fuera del área restringida, en el ascensor.


Peter bajó en el primer piso y cruzó corriendo el pasillo hasta salir del hospital. Cruzó corriendo la calle a riesgo de que lo pisara un auto, porque ni siquiera se detuvo a mirar. Corrió y corrió, entró en la catedral vacía y se tiró de rodillas a los pies del pedestal. Juntó sus manos llenas de sangre y miró hacia el rostro de la vírgen.

  • Ya sé que dije que no creía en esto… - llorisqueó.- Te juro que si la salvás, si ella se pone bien, creo… Te juro que voy a dar lo que sea, cortáme las piernas a mí pero no se las cortes a ella por favor…- se abrazó a los pies de la estatua.- Por favor, por favor… me muero si le pasa algo. Te doy mi vida si querés, pero por favor, salvála, que no le pase nada o me mato, te juro que me mato. – el pecho subía y bajaba rápidamente, por su respiración irregular debido al llanto.
  • Pitt… - sintió la mano de Emilia en su hombro.
  • ¿Por qué Emi, por qué? – se paró y la abrazó fuerte.- ¿Por qué no me dijo, por qué tenía que pasar esto? - lloró.
  • Era una decisión de ella, quería salvar a Luz, y lo hizo… va a estar bien, no tenés que preocuparte.
  • ¿Cómo querés que no me preocupe? ¡Cristóbal me dijo que puede quedar parapléjica! ¡Lali ama bailar! ¿Vos sabés lo que es si no puede caminar? ¡Le sacás la vida!
  • Ya lo sé, ya lo sé… Pero hay que tener fé de que las cosas van a salir bien. Lali necesita que seamos fuertes, se muere si te ve así.
  • Yo me muero si le pasa algo Emi, me muero.
  • Lo mismo decías de tu mamá y está bien ¿O no? – le dio una sonrisa.

Cuando volvió a entrar en el piso, estaba muchísimo más tranquilo. No por eso menos preocupado, solo había controlado sus nervios. Cristóbal estaba otra vez en la salita y se paró en la puerta cuando vio venir a Peter con Emilia. El chico, al verlo, se tiró en sus brazos y sollozó.

  • Por favor salvála, por favor…
  • No le va a pasar nada, Peter.- lo soltó, mirándolo a los ojos.- No voy a dejar que le pase nada a mi hermanita, no te preocupes.


  • No puedo creer como me mintió… Me fingió en la cara que estaba sorprendida por encontrar un donante.- se secó los ojos, mientras se sentaba en la oficina de Cristóbal.
  • No fingió. Ella se hizo el estudio de compatibilidad, no tuve los resultados en el momento y cuando supe que era positivo, te llamé para contarte, antes que a ella. Lali se enteró de la compatibilidad, porque vos le dijiste.
  • ¿Por qué no me contaste, Cristóbal?
  • Ella me hizo jurar que no te iba a decir… sabía que vos no la ibas a dejar.
  • Por supuesto que no. ¿Te pensás que va a estar feliz cuando se despierte si no puede caminar?
  • Lali sabía que existían chances de paraplejia.
  • ¿Sabía?
  • Si. Dijo que no le importaba… Dijo “Doy mis piernas, mis brazos, mi vida, para que Luz viva y Peter sea feliz”- Pedro sintió como un agujero se le abría en el estómago ante la dimensión de aquello: Lali daba su vida para que él fuera feliz.
  • No puedo creer que haya hecho esto.
  • ¿No? A mí mucho no me sorprendo. Asumió la responsabilidad con muchísima madurez.
  • ¿Qué es esto? – miro el sobre que reposaba junto a otros, pero este tenía su nombre.
  • Nada.- lo guardó en un cajón.- Es… son unas cosas que me dio Lali en caso de que la situación se ponga más… drástica.
  • ¿Me escribió una carta por si se moría? – sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas.- ¿Puedo verla?
  • Es que quiero respetar lo que me pidió ¿Entendés? No contaba con que te enteraras. Pensó que inventando lo de Inglaterra iba a zafar, hablando solo por teléfono y fingiendo que estaba bien.
  • Soy un boludo, como no me di cuenta. Si ella no hubiese sido la donante por supuesto que hubiera estado acá conmigo… Qué imbécil.- se golpeó la pierna.- No le tendría que haber dicho lo de la leucemia, nunca. Para lo único que sirvió fue para hacerla sentir mal, llorar y para que ahora pueda pasarle cualquier cosa.
  • Pitt ¿Te pensás que no estamos todos trabajando para que no le pase nada? Los mejores médicos de este hospital están a mi disposición porque es mi hermana.
  • ¿Y si no alcanza?
  • Te prometo que va a alcanzar.- asintió seguro.- Lo que si, si me dejás recomendarte algo… Tu madre está bien, fuera de peligro, pero sensible. No sé si está bueno que le digas que fue Lali la que le hizo la donación de médula, y que está corriendo riesgos.
  • Si, tenés razón. No se lo voy a decir… Igual se va a dar cuenta, como que me conoce. ¿Cuándo se va a despertar Lali?
  • No se sabe. Estuvimos pensando en dejarla bajo anestesia algunos días, dos o tres… Si hay un daño en la médula, va a ser como un tiempo de reposo absoluto. ¿Qué opinás?
  • No sé… supongo que los médicos saben lo que hacen, pero… ¿Es necesario tenerla dormida tres días?
  • No. Es tu decisión.
  • Que se despierte sola. Si hay un daño, que ella decida que quiera hacer. Se va a angustiar mucho si está dormida tanto. Es mi opinión, si vos crees que hay que dejarla anestesiada, que se haga.
  • Quizás un día… Para que repose. Además se le volvió a abrir la incisión, volvimos a cerrarla y le va a doler mucho, sino.
  • Perfecto, entonces anestésienla.- asintió.
  • ¿Vamos a tomar algo a la cafetería? Necesito un café.
  • Tomamos mucha cafeína vos, te va a hacer mal.- se rió parándose y los dos salieron de la oficina.
  • ¿Qué hacés? – él se detuvo.- Voy al baño, adelantate y pedíme un mocca.
  • Dale.- sonrió y se fue en el ascensor.

Peter se metió rápido en la oficina y abrió el cajoncito al otro lado del escritorio. Sacó el sobre y lo desdobló.

Todo cambió cuando te vi, de blanco y negro a color me convertí. Y fue tan fácil quererte tanto, algo que no imaginaba, fue entregarte mi amor, con una mirada. Todo tembló dentro de mí, el universo escribió que fueras para mí. Y fue tan fácil quererte tanto, algo que no imaginaba, fue perderme en tu amor, simplemente pasó y toda tuya ya soy. Antes que pase más tiempo contigo amor, tengo que decir que eres el amor de mi vida, antes que te ame más, escucha por favor, déjame decir que todo te di. Y no hay como explicar, para menos si tu no estás, simplemente así lo sentí, cuando te vi. Me sorprendió todo de ti, de blanco y negro a color me convertí. Sé que no es fácil decir te amo, yo tampoco lo esperaba, pero así es el amor, simplemente pasó toda tuya ya soy.

NO arrepentimientos, NO tristeza, NO dolor, NO culpa. Todo pasa porque tiene que pasar y si este es mi momento de partir, parto feliz por todo lo que supiste darme, por todos los momentos en los que me acompañaste. Me quedo con todos los momentos felices y con los tristes también, porque me enseñaron algo e hicieron que nuestro amor creciera aunque sea un poco. Sé que no lo vas a entender, que haya dado mi vida y ni siquiera te lo haya consultado. Pensá en la situación: tenés, en una sola decisión, la chance de hacerme la persona más feliz o más infeliz del mundo. Desde ese punto, fue muy sencillo elegir.
A lo mejor ahora te duele y enoja mi decisión, capaz te agarras a piñas con Cris por abalarlo, pero va a pasar, mi amor. Va a pasar y te prometo que vas a encontrar felicidad al lado de otra persona. ‘El primer amor no es para siempre’ me dijeron y la ley se va a cumplir para vos. Para mí, la excepción a la regla: cuando no desencajando. Quedáte con la certeza de haberme hecho la más feliz del universo, como te dije, y de que te amo. Te voy a cuidar desde donde esté, nunca te deje solo ni lo voy a hacer.

Lali.

LISTAS DE COSAS POR HACER:
  • GUARDAR TODAS MIS COSAS EN UNA CAJITA DE RECUERDOS, PARA QUE MI PRESENCIA NO TE LASTIME TANTO. ABRÍLA SOLO CUANDO ME EXTRAÑES.
  • SER NEONATÓLOGO.
  • APARECER EN LA TAPA DE UNA REVISTA CON TU AMOR COMO “PAREJA DEL AÑO”
  • CASARTE – no la lleves a Israel. Demasiados recuerdos, no vas a poder disfrutar.
  • TENER A LUZ Y MATEO LANZANI.

Respiró hondo y se secó la cara. Guardó el sobre tal y como estaba. Subió en el ascensor y paró en el piso cuatro. Entró en el cuarto, Emilia estaba allí.


  • Anda a descansar, Emi. Yo me quedo.- la despidió. Se paró junto a la cama, y se quedó un rato largo acariciándole el brazo.
  • Me tomé un café, yo solo… Supuse que te ibas quedar con ella.- sonrió Cristóbal.
  • Tengo unas ganas de que se despierte… De darle un beso.
  • Ya vas a poder.
  • ¿Vos decís?
  • Obvio.
  • Nunca había tenido tanto miedo en mi vida. Ni siquiera durante la operación.- confesó.
  • Capaz es por que ella es tu vida.
  • Si, puede ser. ¿Me puedo quedar acá hoy?
  • No vale la pena. Anda a tu casa, bañate, come y descansa un poco. Ella no se va a despertar porque está bajo anestesia. Y yo tengo la guardia esta noche, así que voy a estar ante cualquier cosa. Así que no va a pasar nada.

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