miércoles, 24 de julio de 2013

CAPITULO 109.



  • ¿Qué pasó?- Peter entra y ve a Cristóbal con otro médico en la habitación.
  • Fue rarísimo, a pesar de la anestesia, se despertó y tuvo un caso de disnea.
  • Cristóbal, me dijiste que no se iba a despertar.- reprochó.
  • Ya sé, no se supone que se despertara. La anestesia es muy fuerte, no sé como pasó. Le pidió un teléfono a la enfermera, dijo que tenía que llamarte.
  • Pero no me llamó.
  • No se puede tener celulares acá. Le empezó a faltar el aire y perdió la consciencia. Está peleando con la anestesia, se quiere despertar.
  • ¿Y si se quiere despertar para que le siguen poniendo anestesia?- se molestó.
  • Okay, se la sacamos. Ahora va a despertar cuando quiera.
  • No me muevo de acá.- se sentó en el sillón.
  • Peter…- Lali habló toda afligida.- Peter…
  • Mi amor, estoy acá…- le tomó la mano.
  • Está soñando. No se despertó.- avisó Cris.
  • Está soñando conmigo.- el corazón se le apretó contra las costillas, y dio una tonta sonrisa al aire.
  • Mateo, dejémoslos un rato solos.- le palmea el hombro al enfermero y sale de la habitación.
  • Peter… mi amor… - mueve la cabeza.
  • Lali, estoy acá, tranquila mi amor, estoy acá.- le apretó fuerte la mano. – Estoy acá, tranquila.


  • ¡Hijo! – Luz le sonríe.-- ¿Cómo estás?
  • Bien ¿Vos?
  • Bien, un poco adolorida de la espalda…- se frotó la zona afectada. Peter se sentó en el pequeño sillón y miró la foto de su novia en el fondo de pantalla del celular. Quería ir ya a estar con ella en el cuarto por si despertaba, pero Cristóbal le había recomendado ver a su madre para no preocuparla.
  • No me digas nada ¿Esperando la llamada de Lali? – lo burló. Estaba de buen humor desde que sabía que su vida se había estirado unos 40 años más.
  • Si…- se le hizo un nudo en la garganta.
  • ¿Cómo la está pasando en Inglaterra, bien con el padre?
  • Si…
  • Me podrías decir algo más que un monosílabo ¿No? – se rió.
  • Perdón, estoy en otra.- movió la cabeza para despejarse.
  • ¿La extrañás?
  • Mucho.- se le formó un nudo en la garganta, y los ojos se le llenaron de lágrimas irremediablemente.
  • Ay, hijo…- rió.- ¿Qué pasa?
  • Nada, eso. Que la extraño.- se encogió de hombros.
  • ¿Tanto como para llorar? Dale Peter, no me mientas, soy tu mamá.
  • Ma, Lali fue quien te donó la médula.- se tiró en el sillón, vencido. Si había alguien a quien nunca podría mentirle, era a Luz.
  • ¿Cómo?- se sorprendió.
  • El donante anónimo, era Lali. Lo descubrí ayer de tarde, estoy muy mal.- confesó.
  • Ay no, la voy a matar.- se llevó una mano a la frente.
  • A lo mejor no tenés que hacerlo y se muere sola.- se acarició una mejilla, secándose la lágrima.
  • ¿Se puede morir?
  • No, no… Es que estoy nervioso. No puede ni se va a morir.
  • ¿Entonces? Hay algo más, me doy cuenta.
  • Hay chances de que quede paralítica.
  • ¡Ay, no!- se angustió.- ¿Cómo que paralítica, Peter?
  • Eso dijo Cris. Igual ella sabía que podía pasar y siguió adelante.
  • Yo no te puedo creer que haya llegado al punto de ser tan buena mina… ¡Dios mío! Correr ese riesgo, amando bailar…
  • Correr ese riesgo, por mí. Dijo que era para hacerme feliz y me siento muy culpable.
  • Si, bueno en parte yo también… Pero ¿Qué hacés acá? Anda con ella, hijo. Te necesita.
  • ¿No te enojás?
  • ¡Por supuesto que no! Dale, andá…- Peter se levanta del sillón, su madre deja un beso en su frente y sale disparado al piso inmediatamente superior. Entra y le besa la mejilla, acariciando su cabello.
  • Estoy acá, chiquita.- le susurra.


Mariana aprieta las manos y los ojos. Se quiere mover, pero gime de dolor. La espalda la está matando. Vuelve a abrir los ojos y ve la cara de Peter, observándola con curiosidad.

  • ¿Qué hacés acá? – habló con voz agrietada, decepcionada.
  • No se te ocurra moverte. Voy a llamar a Cris.- salió del cuarto y volvió al minuto.
  • Hola Lali ¿Cómo estás?
  • Me duele mucho la espalda…
  • Es normal, tenés una herida. ¿Podés mover las piernas? … No, mejor no intentes. Peter, ayudála a sentarse en un borde, con mucho cuidado. Yo voy a buscar a Gonzalo, es especialista en lesiones cervicales.- salió del cuarto y Pedro la ayudó a sentarse, con las piernas colgándole.
  • No pruebes moverlas.
  • Ya probé y no puedo.-él suspiró.- Estás enojado ¿No?
  • Un poco.- se encogió de hombros.- Estoy… maravillado, más bien.
  • ¿Maravillado? – lo miró, boquiabierta.
  • Si. Por lo que hiciste por mí, por mamá… Por los riesgos que corriste y corres por nosotros.- le dio una sonrisa y la abrazó muy despacito.- Sos la persona más increíble que conocí en la vida, mi amor.
  • ¿Me vas a querer aunque no camine?
  • Obvio.- le acomodó el pelo.- Nunca voy a pagarte todo lo que hacés por mí.
  • Pensé que ibas a estar furioso conmigo si te enterabas… Perdonáme que te haya mentido, pero sino no me hubieras dejado hacerlo.
  • Al principio me costó… pero cuando leí la carta que escribiste, lo entendí.
  • ¿La leíste? Era si me moría, Peter.
  • La leí cuando no tenía certezas de nada y morir estaba entre tus probabilidades. Sos la mina más buena del mundo.
  • Me da vergüenza.
  • ¿Vergüenza por qué? Fue muy lindo lo que me escribiste… Y también que me dijeras las cosas que tenía que hacer, fue muy inteligente. Sabías que me iba a quedar perdido sin vos y no iba a querer hacer nada.
  • ¿Luz, como está?
  • Está bien. Dijo que te iba a matar cuando pudiera.- se rió.
  • ¿Le dijiste?
  • Intenté no hacerlo, pero me conoce mejor que nadie y a ella no le puedo mentir.
  • Hola Lali ¿Cómo te sentís? – entró Gonzalo. No podía ser mucho más grande que Cristóbal, debían de ser de generaciones cercanas.
  • No se me mueven, doc.- se tocó las piernas.
  • No te preocupes, no significa nada.- negó y se paró delante de ella. Le golpeó la rodilla con el dorso de su mano y esta avanzó hacia delante. - ¿Ves? Tenés el arco reflejo en perfecto estado. Puede que no las sientas por la conmoción, o simplemente están adormecidas. Vamos a hacer la prueba. Agarráte de mí y paráte despacio ¿Si? – estiró sus brazos hacia delante.
  • ¿Puedo hacerlo con él? – miró a Peter.- Me siento más segura…
  • Claro.- le dio una sonrisa de aliento y Pedro se acercó para extenderle los brazos. Ella se apoyó con fuerza en ellos y se deslizó fuera de la cama. Se paró haciendo fuerza suprema para sostenerse.
  • Peter, corréte dos pasos hacia atrás, por favor.- pidió Gonzalo. Él lo miró, suplicándole que no le pidiera que la dejara sin apoyo, pero hizo caso.
  • No puedo…- cerró los ojos. Hacía mucha fuerza intentando mover las piernas.
  • A ver… no fuerces.- levantó la ropa y le miró la espalda.- Hay que chequearlo con rayos X, pero creo que es una subluxación vertebral ¿Qué opinás Cris?
  • Si… Esta vértebra ¿no?
  • Exacto. Parece que no tenés que preocuparte, Lali. Si es lo que pienso, se arregla con Quiropráctica. El problema es que tenés una herida en la espalda y no se puede ejercer presión hasta que cierre.
  • ¿No puedo caminar hasta que se me cierre la herida?
  • No. Pero lo importante es que tu problema tiene solución ¿Si?
  • Supongo.
  • Voy a buscar al mejor Licenciado en Quiropráctica del hospital para vos.-le sonrió y los dos médicos salieron.
  • No me sueltes.- apretó a Peter por los hombros.
  • Nunca.- le sonrió.
  • ¿Qué pasó desde la operación, me perdí de mucho?
  • No. La operación fue antes de ayer.
  • Peter ¿Está todo bien entre nosotros?
  • Si, claro ¿Por qué?- frunció el ceño.
  • Es que hace rato me desperté y todavía no me besaste.- se apenó.
  • No me gusta aprovecharme de vos cuando estás toda frágil.- dejó un beso en su mentón.
  • Ay, seguro me muero si me besás.- ironizó.
  • ¿Te querés acostar?
  • No, quiero que me des un beso. – él se rió y juntó la boca con la de ella.

Mariana sintió como un fuego le subía hasta al pecho y sostuvo a Peter por la nuca para intensificar el beso. La otra mano la puso en su espalda y lo apretó contra ella.


  • Lali, estamos en un hospital…- se rió.
  • Chocolate por la noticia.
  • Tenés que descansar ¿Si?
  • Aguafiestas.
  • No te voy a tocar hasta que estés sana.- avisó.
  • No te voy a hablar hasta que me toques.- se cruzó de brazos cuando él la dejó sentada en la cama.
  • Vamos a ver cuanto durás.
  • Más de lo que pensás.
  • Ya estás hablando.- señaló, sonriendo de costado. Mariana se puso boca abajo para poder acostarse, y se quedó en silencio.
  • ¿Cómo te sentís, hermana? – entró Cristóbal.
  • Me prometiste que no se lo ibas a decir.- lo miró.
  • No se lo dije… Lo descubrió solo.
  • Ay, si. Seguro.
  • De verdad. Le dije que nuestro donante tenía chances de quedarse paralítico y él averiguó en que sala estaba, es tan moral que quería darle apoyo a la familia… y te encontró a vos.
  • ¿Y cómo leyó la carta?
  • ¿La carta? ¿Qué...? ¿Leíste la carta? - miró a Peter y él asintió con timidez.- ¡Te dije que no! Lali, le dije que no.
  • Okay, te creo.
  • Tengo que ir a atender otro paciente. Vos y yo, vamos a hablar sobre andar robándome cosas, eh.
  • Yo voy a dormir.- bostezó y cerró los ojos, escuchando la suavidad de los pasos de Cris y luego la mano de Pitt jugando con sus mechones de pelo y dejando besos en su mejilla.
  • Ahora te estoy tocando ¿Me vas a hablar? - burló.- Dale, no me gusta que no me hables... No es justo que no me hables cuando pasé tres días sufriendo y pensando que te perdía. Hice cosas que nunca había hecho con tal de que estuvieras bien.
  • ¿Cómo qué?
  • Como rezarle a algo en lo que no creía.
  • ¿Rezaste?
  • Estaba desesperado.- se encogió de hombros. Ella estiró una mano, y le tocó la mejilla.
  • Estoy bien.
  • Pensé que te perdía, mi amor.- confesó y su voz salió levemente más ronca.
  • Yo también lo pensé. Pero no pasó nada.
  • Prometéme que jamás vas a volver a hacer una cosa así… Que me vas a venir a hablar, a hacerme entender… Prometéme que te vas a casar conmigo.
  • Cuando crezcamos, sí.- él levantó las cejas, ella se sentó con dificultad- Cuando… bueno, sabía que corría riesgos, me puse a repasar todo lo que vivimos este año. Y me di cuenta de que hay algo que me falló desde el principio.
  • ¿Qué?
  • No creía en esto, en nosotros… Decía que se podía terminar en cualquier momento, que no sabía si iba a durar. Eso era no creer.
  • Bueno pero vos tenés motivos, por lo de tus viejos.
  • ¿Qué tiene que ver eso? Es una idiotez que dije. Mis padres son ellos y yo soy yo. Si yo estoy segura de que te amo, entonces sé que va a durar. – sostuvo la cara entre sus manos y lo miró a los ojos.
  • ¿Entonces?
  • Entonces ahora podemos hacer todos los planes que querrámos… Porque yo no me voy a ir a ningún lugar. Y sé que vos tampoco, que vas a estar siempre al lado mío.

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martes, 16 de julio de 2013

CAPITULO 108.



  • Ey ¿Qué hacés? – Cristóbal se sacó la bata y se sentó junto a Peter que tenía los ojos fijos en el celular. Ya había visto a su madre, quien estaba en perfecto estado.
  • Intento comunicarme con Lali.
  • ¿Podemos charlar un minuto?
  • ¿Le pasó algo a Lali?
  • No. Es sobre el donante. En realidad no tengo que decirte esto, pero, por mi hermana, quiero ser transparente y que sepas todo.
  • ¿Qué pasa?
  • Luz salió bien de la operación, pero el donante no. La médula ósea la extrajimos de vértebras… Hubo un mal contacto con la médula en la zona lumbar y puede verse afectado.
  • ¿Cómo?
  • Puede tener una para o cuadriplejia. No es el cien sobre cien factible pero…
  • No te la puedo.- se tocó al frente.- ¿Tiene familiares con él?
  • Si, están enterados. Ellos no tienen ningún plan de demandarte en caso de que se dé esta situación. Así que podés estar tranquilo.
  • ¿En dónde está? Lo quiero ver, no sé, darle mi apoyo a la familia.
  • En el piso de arriba, pero el acceso es restringido. Está delicada la situación… las próximas horas son cruciales.
  • Suena muy feo cuando los médicos dicen eso.- Cristóbal esbozó una sonrisa.
  • Hay muchas frases feas de doctores. ¿Querés ir a comer?
  • Si, dale.


Peter reflexiona. No quiere quebrantar el pedido del donante que le salvó la vida a su madre pero debe darle apoyo. Era una necesidad moral.

Pone la tarjeta en el lector óptico y las puertas se abren. Se la robó a Cris. Lo ve riendo y tomando café, pasa por allí veloz y llega al final del corredor. Abre la puerta, y entra, pero algo sale mal porque suena una alarma. Ve como Cris sale al pasillo.

  • ¡Peter, no! – le grita pero es tarde, Pedro ya corre a la habitación en que, según había espiado a su cuñado, debía de estar el dador. Abre la puerta y se queda perplejo. Cristóbal llega justo a tiempo para sostenerlo cuando las rodillas le flaquean y casi cae.
  • ¡No!- atraviesa la habitación y toma a la silueta por los hombros.- ¡Lali! ¡Mi amor! ¡Despertáte!
  • ¡Peter no la toques!- Cristóbal le sostiene los brazos.- ¿¡Estás loco!? – Pedro se mira las manos cubiertas de sangre. La espalda de Lali, se había cubierto de sangre.
  • ¡Lali! – gritó y empezó a llorar.
  • ¿Qué pasa? – entró Roberto, el medio hermano de Cristóbal.
  • ¡Sacálo de acá porque lo mato! – le gritó y Roberto lo empujó hasta dejarlo fuera del área restringida, en el ascensor.


Peter bajó en el primer piso y cruzó corriendo el pasillo hasta salir del hospital. Cruzó corriendo la calle a riesgo de que lo pisara un auto, porque ni siquiera se detuvo a mirar. Corrió y corrió, entró en la catedral vacía y se tiró de rodillas a los pies del pedestal. Juntó sus manos llenas de sangre y miró hacia el rostro de la vírgen.

  • Ya sé que dije que no creía en esto… - llorisqueó.- Te juro que si la salvás, si ella se pone bien, creo… Te juro que voy a dar lo que sea, cortáme las piernas a mí pero no se las cortes a ella por favor…- se abrazó a los pies de la estatua.- Por favor, por favor… me muero si le pasa algo. Te doy mi vida si querés, pero por favor, salvála, que no le pase nada o me mato, te juro que me mato. – el pecho subía y bajaba rápidamente, por su respiración irregular debido al llanto.
  • Pitt… - sintió la mano de Emilia en su hombro.
  • ¿Por qué Emi, por qué? – se paró y la abrazó fuerte.- ¿Por qué no me dijo, por qué tenía que pasar esto? - lloró.
  • Era una decisión de ella, quería salvar a Luz, y lo hizo… va a estar bien, no tenés que preocuparte.
  • ¿Cómo querés que no me preocupe? ¡Cristóbal me dijo que puede quedar parapléjica! ¡Lali ama bailar! ¿Vos sabés lo que es si no puede caminar? ¡Le sacás la vida!
  • Ya lo sé, ya lo sé… Pero hay que tener fé de que las cosas van a salir bien. Lali necesita que seamos fuertes, se muere si te ve así.
  • Yo me muero si le pasa algo Emi, me muero.
  • Lo mismo decías de tu mamá y está bien ¿O no? – le dio una sonrisa.

Cuando volvió a entrar en el piso, estaba muchísimo más tranquilo. No por eso menos preocupado, solo había controlado sus nervios. Cristóbal estaba otra vez en la salita y se paró en la puerta cuando vio venir a Peter con Emilia. El chico, al verlo, se tiró en sus brazos y sollozó.

  • Por favor salvála, por favor…
  • No le va a pasar nada, Peter.- lo soltó, mirándolo a los ojos.- No voy a dejar que le pase nada a mi hermanita, no te preocupes.


  • No puedo creer como me mintió… Me fingió en la cara que estaba sorprendida por encontrar un donante.- se secó los ojos, mientras se sentaba en la oficina de Cristóbal.
  • No fingió. Ella se hizo el estudio de compatibilidad, no tuve los resultados en el momento y cuando supe que era positivo, te llamé para contarte, antes que a ella. Lali se enteró de la compatibilidad, porque vos le dijiste.
  • ¿Por qué no me contaste, Cristóbal?
  • Ella me hizo jurar que no te iba a decir… sabía que vos no la ibas a dejar.
  • Por supuesto que no. ¿Te pensás que va a estar feliz cuando se despierte si no puede caminar?
  • Lali sabía que existían chances de paraplejia.
  • ¿Sabía?
  • Si. Dijo que no le importaba… Dijo “Doy mis piernas, mis brazos, mi vida, para que Luz viva y Peter sea feliz”- Pedro sintió como un agujero se le abría en el estómago ante la dimensión de aquello: Lali daba su vida para que él fuera feliz.
  • No puedo creer que haya hecho esto.
  • ¿No? A mí mucho no me sorprendo. Asumió la responsabilidad con muchísima madurez.
  • ¿Qué es esto? – miro el sobre que reposaba junto a otros, pero este tenía su nombre.
  • Nada.- lo guardó en un cajón.- Es… son unas cosas que me dio Lali en caso de que la situación se ponga más… drástica.
  • ¿Me escribió una carta por si se moría? – sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas.- ¿Puedo verla?
  • Es que quiero respetar lo que me pidió ¿Entendés? No contaba con que te enteraras. Pensó que inventando lo de Inglaterra iba a zafar, hablando solo por teléfono y fingiendo que estaba bien.
  • Soy un boludo, como no me di cuenta. Si ella no hubiese sido la donante por supuesto que hubiera estado acá conmigo… Qué imbécil.- se golpeó la pierna.- No le tendría que haber dicho lo de la leucemia, nunca. Para lo único que sirvió fue para hacerla sentir mal, llorar y para que ahora pueda pasarle cualquier cosa.
  • Pitt ¿Te pensás que no estamos todos trabajando para que no le pase nada? Los mejores médicos de este hospital están a mi disposición porque es mi hermana.
  • ¿Y si no alcanza?
  • Te prometo que va a alcanzar.- asintió seguro.- Lo que si, si me dejás recomendarte algo… Tu madre está bien, fuera de peligro, pero sensible. No sé si está bueno que le digas que fue Lali la que le hizo la donación de médula, y que está corriendo riesgos.
  • Si, tenés razón. No se lo voy a decir… Igual se va a dar cuenta, como que me conoce. ¿Cuándo se va a despertar Lali?
  • No se sabe. Estuvimos pensando en dejarla bajo anestesia algunos días, dos o tres… Si hay un daño en la médula, va a ser como un tiempo de reposo absoluto. ¿Qué opinás?
  • No sé… supongo que los médicos saben lo que hacen, pero… ¿Es necesario tenerla dormida tres días?
  • No. Es tu decisión.
  • Que se despierte sola. Si hay un daño, que ella decida que quiera hacer. Se va a angustiar mucho si está dormida tanto. Es mi opinión, si vos crees que hay que dejarla anestesiada, que se haga.
  • Quizás un día… Para que repose. Además se le volvió a abrir la incisión, volvimos a cerrarla y le va a doler mucho, sino.
  • Perfecto, entonces anestésienla.- asintió.
  • ¿Vamos a tomar algo a la cafetería? Necesito un café.
  • Tomamos mucha cafeína vos, te va a hacer mal.- se rió parándose y los dos salieron de la oficina.
  • ¿Qué hacés? – él se detuvo.- Voy al baño, adelantate y pedíme un mocca.
  • Dale.- sonrió y se fue en el ascensor.

Peter se metió rápido en la oficina y abrió el cajoncito al otro lado del escritorio. Sacó el sobre y lo desdobló.

Todo cambió cuando te vi, de blanco y negro a color me convertí. Y fue tan fácil quererte tanto, algo que no imaginaba, fue entregarte mi amor, con una mirada. Todo tembló dentro de mí, el universo escribió que fueras para mí. Y fue tan fácil quererte tanto, algo que no imaginaba, fue perderme en tu amor, simplemente pasó y toda tuya ya soy. Antes que pase más tiempo contigo amor, tengo que decir que eres el amor de mi vida, antes que te ame más, escucha por favor, déjame decir que todo te di. Y no hay como explicar, para menos si tu no estás, simplemente así lo sentí, cuando te vi. Me sorprendió todo de ti, de blanco y negro a color me convertí. Sé que no es fácil decir te amo, yo tampoco lo esperaba, pero así es el amor, simplemente pasó toda tuya ya soy.

NO arrepentimientos, NO tristeza, NO dolor, NO culpa. Todo pasa porque tiene que pasar y si este es mi momento de partir, parto feliz por todo lo que supiste darme, por todos los momentos en los que me acompañaste. Me quedo con todos los momentos felices y con los tristes también, porque me enseñaron algo e hicieron que nuestro amor creciera aunque sea un poco. Sé que no lo vas a entender, que haya dado mi vida y ni siquiera te lo haya consultado. Pensá en la situación: tenés, en una sola decisión, la chance de hacerme la persona más feliz o más infeliz del mundo. Desde ese punto, fue muy sencillo elegir.
A lo mejor ahora te duele y enoja mi decisión, capaz te agarras a piñas con Cris por abalarlo, pero va a pasar, mi amor. Va a pasar y te prometo que vas a encontrar felicidad al lado de otra persona. ‘El primer amor no es para siempre’ me dijeron y la ley se va a cumplir para vos. Para mí, la excepción a la regla: cuando no desencajando. Quedáte con la certeza de haberme hecho la más feliz del universo, como te dije, y de que te amo. Te voy a cuidar desde donde esté, nunca te deje solo ni lo voy a hacer.

Lali.

LISTAS DE COSAS POR HACER:
  • GUARDAR TODAS MIS COSAS EN UNA CAJITA DE RECUERDOS, PARA QUE MI PRESENCIA NO TE LASTIME TANTO. ABRÍLA SOLO CUANDO ME EXTRAÑES.
  • SER NEONATÓLOGO.
  • APARECER EN LA TAPA DE UNA REVISTA CON TU AMOR COMO “PAREJA DEL AÑO”
  • CASARTE – no la lleves a Israel. Demasiados recuerdos, no vas a poder disfrutar.
  • TENER A LUZ Y MATEO LANZANI.

Respiró hondo y se secó la cara. Guardó el sobre tal y como estaba. Subió en el ascensor y paró en el piso cuatro. Entró en el cuarto, Emilia estaba allí.


  • Anda a descansar, Emi. Yo me quedo.- la despidió. Se paró junto a la cama, y se quedó un rato largo acariciándole el brazo.
  • Me tomé un café, yo solo… Supuse que te ibas quedar con ella.- sonrió Cristóbal.
  • Tengo unas ganas de que se despierte… De darle un beso.
  • Ya vas a poder.
  • ¿Vos decís?
  • Obvio.
  • Nunca había tenido tanto miedo en mi vida. Ni siquiera durante la operación.- confesó.
  • Capaz es por que ella es tu vida.
  • Si, puede ser. ¿Me puedo quedar acá hoy?
  • No vale la pena. Anda a tu casa, bañate, come y descansa un poco. Ella no se va a despertar porque está bajo anestesia. Y yo tengo la guardia esta noche, así que voy a estar ante cualquier cosa. Así que no va a pasar nada.

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viernes, 12 de julio de 2013

CAPITULO 107.



Aquélla mañana en particular, Pedro despertó antes que su novia. Cuando ella abrió los ojos, sintió su respiración y sonrió.

  • Buen día, bombón.- lo abrazó por la espalda y dejó un beso en su cuello.- ¿No te podés dormir de nuevo?- él negó con la cabeza.- ¿Querés que vayamos a desayunar a algún lado, como despedida?... ¿Te comieron la lengua los ratones? – se estiró sobre su cuerpo, solo para ver aquéllos ojos verdes repletos de lágrimas.- Ey… ¿Qué pasa? – lo movió para que quedara boca arriba, y las finas gotas cayeron por sus mejillas.
  • Una pesadilla.
  • ¿Me querés contar?
  • Soñé que mi mamá fallecí en la operación. Si a Luz le pasa algo no lo voy a soportar.
  • Mi amor, no va a pasar nada…- dejó una serie de besos en su mejilla.
  • Encima vos no vas a estar y… no te quiero hacer sentir mal, pero sé que no me voy a bancar estar afuera de la sala de operaciones sin saber que pasa adentro. Las cosas siempre salen mal y hoy van a salir peor porque vos no estás.
  • - lo abrazó, dejando la cabeza apoyada en su hombro.- Tenés razón. Tendría que estar ahí con vos… Yo sé que es raro y va a sonar muy estupidez, pero voy a estar… de otra manera, pero yo nunca te dejo solo. Además, mamá y Emilia van a estar con vos, Cristóbal va a entrar en la operación…
  • No importa. Yo te necesito a vos… Igual no soy egoísta, sé que reconciliarte con tu papá es importante, solo que me da mucha bronca que todo caiga en la misma fecha.
  • Es verdad. En eso tuvimos mala suerte. Pero pensá en que hace dos semanas casi no habían chances de que Luz viviera, y ahora hay casi 100% de probabilidades.
  • Si, tenés razón.- se secó la cara.
  • Dale, sonreí bombón, va a salir todo bien.
  • Me gusta cuando me decís bombón.
  • Bombón, bombón, bombón.- dijo varias veces, antes de que él juntara su boca con la de ella, en medio de una sonrisa.


Se giró 180 grados para quedar encima del cuerpo de ella. Le gustaba la forma en que la camisa vieja que usaba para dormir a veces le marcaba los pechos. Desprendió los botones mientras ella lo besaba y dejó una mano en su cintura para apegarla a su cuerpo. Con la otra mano, descorrió una de las mangas de la camisa y luego la otra, besando sus hombros con mucha ternura. Le sacó la bombacha, y la ayudó a que ella se deshiciera del boxer que tenía puesto.

Se unió a ella con delicadeza, con movimientos lentos y sentidos. Eso era: quería hacerla sentir. Besó y mordisqueó suavemente su cuello, dejando un pequeño camino.
Una sonrisa se le escapó cuando vio como ella se mordía el labio inferior por el goce de los movimientos. Tenía los dedos hundidos en su corta cabellera, y la otra deslizándose por su espalda. A Mariana le agradaba mucho ver como la piel de Peter se erizaba bajo sus dedos cuando lo tocaba.

Pedro tenía una mano sosteniendo su pierna, y la otra en su cara. La besaba despacito, y por eso sintió cuando empezó a llorar. Así, sin más. Sin ruido, en silencio.

  • ¿Te lastimé? – la miró preocupado.- ¿Querés que paremos?
  • No, no. No es nada… - negó secándose la cara.
  • ¿Qué pasa, mi amor?
  • Es… Es una pavada… - lo apretó contra su cuerpo, pidiéndole que continuara. Con el tiempo, Pitt había aprendido a interpretar sus gestos.
  • Decíme. – la miró a los ojos.
  • Me-Me… Me hacés sentir la persona más feliz del universo.- se encogió de hombros.- Es eso, nada más.
  • Eso” es lo que más quiero en la vida. Hacerte feliz… y para mí no es una pavada, es lo mejor que podría hacer.
  • Besáme.- pidió, y le sonrió de costado. Amaba encontrar en su novia gestos que eran de él.


Continuó con los movimientos un rato largo. Prosiguió con su tarea de besar el cuello de su Lali, hasta que los cuerpos de los dos se tensaron en sintonía y se hizo a un lado, poniéndose boca arriba con una sonrisa de payaso.

  • Te amo.- dejó un beso en su mejilla, mientras con los dedos delineaba las partes de su cara, y su expresión.
  • Yo también.- le acarició una pierna sin abrir los ojos.
  • Me hace mucha gracia cuando sonreís así. Parece que hubieras echo una travesura o algo.
  • Como me conocés, eh.
  • ¿Cuál fue la travesura? ¿Hacerme el amor? – se rió.
  • No, otra cosa. Pero me tenés que prometer que no te vas a enojar…
  • ¿Qué hiciste? – miró su cuerpo para buscar rastro. Él abrió los ojos y la miró.
  • Te vas a ir con un recuerdito mío a Inglaterra.
  • Ay, ¿Qué? – se angustió.
  • Te marqué el cuello.- le pasó el pulgar por una pequeña manchita purpúrea.
  • No, ¡Peter! – se quejó y se levantó corriendo para entrar al baño y mirarse de cerca en el espejo que reflejaba su figura hasta la cintura. Tenía dos manchas pequeñas del lado izquierdo del cuello, y una bastante más grande y a simple vista notoria en el derecho. Se mordió el labio, medio molesta, y se acarició las zonas afectadas.
  • Qué linda que sos.- le dijo él, y cuando lo miró tendido en la cama, se percató de que Pedro estaba teniendo un amplio panorama de su cuerpo desnudo. Se sonrojó, y cerró la puerta. Pero fue cuestión de segundos antes de que él la volviera a abrir y la tomara entre sus brazos, besándola. Ella le sonrió y miró el espejo.- ¿Qué? – quiso saber él, al ver como ella se perdía en las figuras.
  • Nada… que somos lindos.- hundió la cabeza en su pecho, avergonzada.
  • Ay, te amo…- se rió. A Peter le gustaba muchísimo ver a su amor toda sonrojada. – Dale, volvamos a la cama.


Pedro miró por la ventana y respiró hondo, soltando todo el aire por la boca. Hace exactamente 12 horas se había despedido de Mariana “Tranquilo – le había dicho – Yo estoy con vos y va a salir todo perfecto. Tu mamá es una mina fuerte y está en manos de los mejores médicos.” Se había repetido eso por la última hora, pero los nervios ya lo tenían histérico.

Se sentó en la silla al lado de Emilia y marcó el número de Lali, pero nadie contestó.

  • No te pongas nervioso. Contenéte y no la llames o la vas a poner nerviosa a ella.
  • Odio que no esté acá. Tendría que estar acá.- se podía apreciar el nerviosismo en los quiebres de su voz.
  • Bueno Peter… se dio así. Vos también te perdiste de cosas estando de viaje.
  • Si, pero me perdí de cosas que no sabía iban a pasar. Si hubiese sabido que algo importante iba a pasar, hubiera suspendido el viaje.
  • Acostumbráte. Por la vida que los dos llevan, hay chances de que se pierdan cosas importantes. Camilo y yo por ejemplo…- se quedó en silencio.
  • ¿Qué? – la miró.
  • Nada.- se rió, pero ante la insistencia de Peter, tuvo que responder.- Camilo se fue a Miami con Rochi a grabar el CD… va a estar allá 2 semanas y se va a perder medio mes de ver crecer a su hijo.
  • ¿Camilo tiene un hijo? – frunció el ceño.
  • Tenemos. Bah, vamos a tener, en siete meses.- se tocó el estómago.
  • Jodéme.
  • Íbamos a esperar a que pasara todo lo de la operación… Pero si, estoy embarazada.
  • ¿Lali lo sabe?
  • No…
  • Va a odiar que yo me haya enterado primero… Ya lo imagino. Felicitaciones…
  • Gracias.- pedro suspiró.- Ey, no hiperventiles. Va a salir todo bien.
  • Tengo muchísimo miedo.- se le quebró la voz.
  • Estamos los dos juntos. No te preocupes.- le dio una sonrisa.
  • ¡No puedo! Odio que la gente me pida que me calme cuando no saben como me siento.- estalló. Marcó el número otra vez. Saltó la contestadora.
  • Pitt, no hagas nada de lo que después puedas arrep…
  • Hola. Te juro que no voy a perdonar nunca que no estés acá… Nunca.- sollozó al teléfono.
  • Ey, Pitt, no.- le sacó el teléfono.- Basta, Luz va a estar bien.


A la media hora salió Criz, con una media sonrisa.


  • Tu mamá está bien.
  • ¿Puedo entrar a verla?
  • No hasta que la ubiquemos en la habitación. Ahora necesito que esperen fuera del block quirúrgico.
  • ¿Por?
  • El donante quiso mantener su identidad a salvo así que mientras lo sacamos de sala ¿Por qué no celebran con un café? Ponganlo a mi nombre. 



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jueves, 11 de julio de 2013

CAPITULO 106.




Mariana entorna los ojos por el ruido. Peter camina por el cuarto, escuchando música con los auriculares y lávandose los dientes. Tiene un pantalón y zapatillas deportivas, nada en el torso.

  • ¿Qué hacés levantado tan temprano?
  • Voy a ir a correr.
  • Me imagino que pensás ir con una remera puesta ¿No?- apoyó todo el peso en sus brazos.
  • Hace calor, voy a ir así.- avisó.
  • Desubicado.- se giró quedando boca abajo, y sin mirarlo.
  • Celosa.- se rió.
  • Y si. Es como que yo salga en corpiño deportivo, te molestaría.
  • Si salís conmigo no pasa nada.
  • No quiero salir a correr, quiero que uses una remera.
  • Mmm… no.
  • Okay. Entonces cuando vuelvas, si no estoy, es porque salí a caminar con una mini.- él se mordió el labio y rió.
  • Sé de otro ejercicio que podríamos hacer sin necesidad de salir a la calle… Y ese podemos hacerlo juntos.- acercó su boca.
  • No, ahora ya está. Voy salir en mini.
  • Por mi, salí. Total, todo el mundo sabe que sos novia de Peter Lanzani.- sonrió de costado.- Cuando volvamos ¿Hacemos algo?
  • ¿Algo?
  • Si, no sé. Hace mucho que no salimos los dos.
  • Tengo que comprar unas cosas en el Shopping ¿Me acompañás?
  • Bueno, dale.
  • ¿Así nomás? ¿No te vas a quejar de que vamos a un Shopping?
  • Nunca fuimos a un Shopping.- se encogió de hombros. Lali se para sobre la cama y se cuelga con las piernas de su cintura.
  • Sos el mejor novio del mundo.- dejó un beso en su boca.- Aunque quieras salir a correr todo sexy por ahí.
  • No es sexy, es que hace calor.
  • Volvé rápido… Avisame cuando llegues. Yo voy a mi casa.
  • Esta es tu casa ¿Cuándo vas a volver a vivir acá? – salió del cuarto todavía cargándola en su cintura.
  • Cuando vuelva de Londres, probablemente.
  • ¿Y cuándo es eso?
  • No sé, 10 días. Si todo sale bien, 15. Papá quiere que vayamos a Cambridge.
  • Es demasiado, muchos días.
  • Vos calláte que te fuiste 20 en tu gira europea. Ahora me toca a mí.
  • Lleváme… nunca fui a Inglaterra.
  • No puedo, es viaje padre-hija. El próximo viaje lo pienso. Acordáte que entre mis amigas tenés la fama de Hot guy in green shirt.
  • El caño de la chomba verde.- sonrió.
  • Exacto, no quiero que ninguna te secuestre.
  • Me encantaría ver tu carita si soy secuestrado.- se rió y la dejó sobre el sillón más grande.- Vuelvo en un rato.
  • Avisáme, yo voy a bañarme a casa y vengo.
  • Dale. – sonrió y salió de la casa.


Pedro vuelve a entrar, bastante apurado. Deja el teléfono y las llaves en la mesa de entrada, se saca las zapatillas y va a subir las escaleras cuando ve a su novia tendida sobre el sillón.

  • Hola.- se ríe.- Todavía no fui a mi casa, me da mucha fiaca ¿Espero a que te bañes y me acompañás a bañarme? – él se queda en silencio.- ¿Qué te pasa?
  • No, nada.- negó.- Si querés bañáte acá, podés usar ropa de mi madre.
  • Si, podría.- asintió.- Vos bañáte, que yo voy a ver que tiene. No le va a molestar ¿No? – él negó en silencio y subieron las escaleras. Mariana encontró un vestido corto, negro y sencillo, y optó por ponerse las mismas sandalias que ya tenía puestas. También, para ahorrar tiempo, se dio la ducha en el baño de Luz. No creía que fuera a molestarse.


  • Mi amor, mirá lo que encontré ¿Por qué no lo usa tu mamá? - entró en el cuarto. Peter estaba sentado en la cama, de bermudas y zapatillas, sosteniendo el peso de su cabeza entre sus manos.- Ey ¿qué te pasa?
  • Nada.
  • Llegaste raro. ¿Te pasó algo en la calle? - se puso de cuclillas de frente, sostenida en las rodillas de él.
  • Me llamó Benja, re mal. Dice que escuchó a Euge hablando con la hermana, diciendo que había fingido orgasmos con él.
  • Ah ¿Y te pusiste mal por él?
  • ¿Alguna vez fingiste conmigo? Sé sincera, no me voy a enojar.- la miró.
  • No, mi amor.- se sentó en sus piernas, sosteniendo su rostro.- Nunca.
  • ¿No?
  • No. Yo siempre te dije que con vos yo soy más auténtica que con cualquier otra persona ¿O no? … Bueno, entonces no podría fingir con vos.
  • Ah, bueno.
  • Sos único, Pitt. Uno en setecientos millones... Y me hacés sentir, como nadie me hizo sentir, nunca. No tenés que dudar de eso.
  • Es que... no sé. A veces se me da por sentir que te amo tanto que pienso que vos alguna vez vas a poder amarme de la misma forma.
  • Ey, no es justo. Yo te amo, muchísimo, más de lo que puedo decir. ¿Por qué te cuesta aceptarlo?
  • No sé. Estoy un poco sensible por lo de mi mamá, capaz.
  • Si, puede ser.- le acarició el pecho. - No te compares con los demás, Pi. Nosotros somos nosotros.
  • Ya sé. Perdón.
  • Está todo bien.- le acarició el pecho y plantó un beso en su lunar. Le gustaba hacer eso. - ¿Vamos?
  • A tu casa, a cambiarte. Eso no es un vestido, más bien es una remera. - ella se rió.
  • No cambias más, eh. - se levantó y tiró de su mano.
  • No, igual vos me querés así.
  • No.
  • ¿No?
  • No. No te quiero, te amo.- él se rió, y juntó sus labios con los suyos.



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