sábado, 25 de mayo de 2013

CAPITULO 101.



Mariana cruzó corriendo el pasillo y llegó hasta donde estaba el núcleo de gente.

-
¿Qué pasó? - consultó agitada. Había llegado muy rápido al hospital, con el solo mensaje de su hermano avisando que Angelo estaba mal.
-
Apendicitis.- la miró Cristóbal abrazándola.
-
¿Cómo pasó ésto? ¿No se dieron cuenta antes?
-
Estaba con dolor de estómago y diarrea pero jamás pensé que iba a llegar a ésto, pensé que solo era un mal de estómago que se le iba a pasar... Está en el quirófano, no me dejan entrar porque soy el padre...- estaba totalmente desesperado. Marina estaba sentada en la silla con un rosario entre sus dedos. 
-
¿No es muy chico para que lo hagan una operación? - se asustó Lali.
-
No hay otra alternativa. Te juro que si le pasa algo me muero, Lali.
-
Tranquilo, va a estar todo bien...
Consoló un rato a su hermano, se ubicaron en unas sillas. Cristóbal caminaba de un lado hacia el otro, y no podía parar quieto ni un solo segundo. Pedro apareció, también corriendo por el pasillo, y Lali vio frente a sus ojos como Cristóbal repetía la historia. Luego Peter se ubicó en una silla del lado del frente al que estaba Lali. 

-
Cris, llevála a tomar un café, está muy nerviosa. Cualquier cosa yo te aviso.- le sugirió Mariana señalando a Marina, él asintió y los dos se fueron por el pasillo. Miró a Pedro. Tenía el teléfono en la mano prácticamente desde que había llegado y no dejaba de deslizar el dedo por la pantalla.- ¿Podés guardar el teléfono, por favor? No está bueno que muestres esa superficialidad.
-
¿Sabías que los  niños menores de un año que son puestos bajo anestesia tienen probabilidades altas de desarrollar problemas de aprendizaje? - apartó el celular y la miró, de ojos preocupados, humedecidos.- El porcentaje aumenta si es anestesia general. 
-
A Angelo no le va a pasar eso. Es un niño muy evolucionado para su edad.
-
¿Y sino? ¿Vos sabés las chances que tiene de sobrevivir, con lo chiquito que es?
-
¿Podés apagar el internet? Lo único que hace es ponerte más nervioso, y no siempre dice cosas que sean seguras.- él guardó el teléfono en el bolsillo y suspiró. 
-
Ese niño es lo único que tengo. Si le pasa algo yo me muero. - tiró su cabeza hacia atrás para que quedara apoyada contra la pared. 
-
No le va a pasar nada. Es muy fuerte y va a salir. 
-
¿Si?
-
Si.- él suspiró.
-
¿Cómo estás?
-
Bien ¿Y vos?
-
Bien. Te está yendo bien en el bailando ¿No? Sos de las últimas parejas que quedan.
-
Todavía somos 7. 
-
Es bueno significa que sos mejor que el resto de las parejas que se fueron.
-
Supongo. Nunca fui a un teléfono, sé que si lo hago pierdo.
-
No te creas. Nicolás tiene muchas fans adolescentes y locas que se gastarían todo el saldo para seguir viéndolo ahí.
-
Es cierto.
-
Y vos también. Muchos fans, por lo que sé.
-
Si, más o menos. La luz siempre va para Tacho, que es el famoso. De los soñadores siempre se espera un rendimiento alto. ¿Vos? He visto muchas fotos tuyas ¿Se las arreglaron bien para las campañas, a pesar del yeso?
-
Si, aunque estuve trabajando mucho estas últimas dos semanas, porque todos postergaron hasta que me sacaran el yeso.- le mostró la mano libe.
-
Menos mal que no te sacaron las campañas.
-
Si, Ricardo tiene mucha influencia.- Lali asintió y se quedaron unos segundos en silencio. - ¿Cómo está tu mamá, Luz? Hace mucho que no sé nada de ella.
- Está... bien.- sonrió forzosamente.- Disfrutando de Uruguay.
-
Me alegro. Mandále saludos cuando la veas.
-
Dale ¿Tu madre?
-
En Madrid. Está  haciendo un curso intensivo de diseño que termina en dos semanas.
-
¿Tu padre, has sabido algo de él?
-
Está en Liverpool, está bien.- asintió.- Sometido a un tratamiento para terminar con su adicción sexual.- se rasca la frente.- No sé. Hablamos hace varias semanas, ya.
-
Ah, ¿Se están llevando bien?
-
Si, yo que sé. De última es mi viejo, tiene que haber una relación... ¿Tu viejo, ha jodido mucho?
-
No. Se ve que con mis líos le parece suficiente.- suspiró. Se miraron en silencio. Él fue a hablar, pero ella interrumpió.
-
¿Cómo te está yendo con el cole?
-
… Ahí. Literatura ya sé que me la llevo.
-
¿Literatura? - levantó las cejas.
-
Si, es que no entré a casi ninguna clase en el último mes, así que no entregué los trabajos, ni nada.
-
Ah, qué tarado. Hay que perder una materia por faltas, eh. ¿Qué hacés en vez de entrar a clase?
-
Voy a nadar.
-
¿Seguís con tu aficción a la natación? Deberías pensar en unirte a un club, a ver si sacás algún provecho de eso.
-
Ya le saco provecho. Me sirve para desestresarme.- se encoge de hombros.
-
Y  para sacar músculo. Tenés un poco más de espalda, eh.
-
¿Si? - se ríe.- Si, puede ser.- se mira los hombros. - Vos estás igual.
-
Si, no cambio más.- suspira. Él quiere decirle que no quiere cambie nunca, pero no se atreve, solo puede mirarla fijo.

- … ¿Querés un café? Voy a buscar, porque sino me voy a volver loco esperando.
-
Dale. Uno con mucha espuma.- pide. 

Pedro se va y vuelve a los minutos con dos vasos grandes. Le da uno y se sienta a su lado.

-
Okay, tengo que decirlo. Esto es muy raro.
-
¿Qué cosa?
-
Que estemos acá, hablando, después de casi dos meses sin vernos.
-
Dijimos que Angelo siempre nos iba a unir ¿No? Los dos estamos acá por él.
-
Si. Pero no me esperaba que me hablaras así.
-
¿Así?
-
Si, así, re bien. Lo que menos necesita el bebé es de nuestros problemas, pero, no sé. Es raro.- repite.
-
No hay problemas entre nosotros.- lo mira seria.
-
¿No?
-
No hay nada, directamente. 
-
Es verdad.- asiente. 
Cristóbal y Marina llegan y ya no hay palabras entre ellos. Pasa media hora hasta que sale el médico.

-
¿Y Gonza? - el cirujano es amigo de Cristóbal.
-
Todavía está dormido por la anestesia, pero la operación salió bien.- asintió.
-
¡Gracias Dios!- agradece Peter y abraza a Mariana, que es lo primero que tiene a mano. Ella lo mira un poco incómoda y él se separa.- P-perdón... 
-
No, todo bien.- le da una sonrisa forzada, todas las sonrisas son forzadas entre ellos. 
-
Hay que firmar unos papeles ¿Por qué no vienen por acá? - pide el tal Gonzalo y los padres se van con él. El pequeño Angelo pasa en una camilla mientras lo trasladan a una habitación.
-
Ay, es tan chiquito.- se muerde el labio. - Yo no me operé en 18 años y él ya tiene una sin cumplir 1.- se preocupa.
-
¿Nunca te operaste? ¿Ni... cuando te caíste en la mesa de vidrio?
-
No. No pudieron operarme porque los vidrios que se me metieron adentro del brazo circulaban por el torrente sanguíneo y no había un lugar seguro donde cortar y sacarlos. No me hicieron nada.
-
“Mariana Espósito: cristal en la sangre”- se ríe.
-
Si, ese podría ser el próximo titular que le des a la prensa. 
-
Lali...- se queja.
-
Voy con Angelo.

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lunes, 20 de mayo de 2013

CAPITULO 100.




Mariana vivió el mes más agónico de toda su vida. Incluso peor de aquél en que su padre la había golpeado por primera vez. No hacía más que ensayar, ir a las galas y estudiar las cosas del colegio le mandaba al mail. Porque, está clarísimo, que no volvió a aparecer por allí, más que para tres pruebas. Y en esos tres días, ni siquiera había visto a Peter. Hace un mes exacto que no lo veía y aunque era lo correcto, sentía que se estaba destruyendo a sí misma. 
Gimena estaba alojada en España hace cinco semanas haciendo un curso intensivo de diseño, lo había conseguido por contacto. Emilia se pasaba todas las noches en la casa de Camilo, apenas la veía en el departamento. Rocío iba de acá para allá, enloquecida en mil giras. Había un concierto el próximo sábado y la entrada de primera fila estaba pinchada en su cartelera. 
Hace un mes que no veía a Pedro, y por supuesto que eso había incluído su cumpleaños. El día 24 no se lo había podido sacar de la cabeza ni un segundo. Él se había ido a Brasil, y como regalo de cumpleaños, todos sus amigos habían aparecido allá de improviso. Le dijeron que fuera, pero claro que no se aceptó. No quería verlo, porque a pesar de como se sentía, el no verlo hacía que pudiese estar superando el dolor. 
En realidad, en todo le iba bien. Si no estaba ensayando, descargando toda su bronca sobre el baile o cumpliendo sus necesidades básicas, estaba estudiando, enviando las tareas por mail. Se sabía todas las lecciones de pies a cabeza y ni siquiera necesitaba repasar para las pruebas porque entendía todo perfectamente. Cuando le enviaron las notas por mail, se sorprendió al ver el 10 en literatura. Para Belén, debía de ser gratificante el hecho de no tener que verla en su clase y cerca de Pedro,  más que su desempeño académico. 
Dentro de todo, no podía quejarse de su vida académica. A la oferta de un cartel en Carlos Paz, se le había sumado otra de una compañía distinta y habían echo un forcejeo, hasta que ella había detenido la batalla anunciando que se quedaría con quien le había dado la chance al primer momento. En el colegio tenía puros dieces y todo indicaba que dentro de dos meses se graduaría sin rendir ninguna materia en un exámen. Estaba extasiada académicamente, pero a nivel emocional, muy bloqueada.
Eugenia y Pablo eran los que más la visitaban en la casa, algunas veces por semana. Con el resto, se mandaba mensajes debés en cuando o se encontraban en un bar a tomar un café. Es que ella lo entendía: la vida les estaba yendo demasiado bien como para meterles la obligación de encerrarse en su casa solo para charlar con ella. 
Aquél sábado en particular salió de ensayar bastante tarde. A medida que las parejas se iban yendo del certámen, y siendo solo 9, la exigencia era altísima y había que ensayar más que nunca, hacer que todo fuera perfecto. Había hecho dos coreografías besando a Nicolás, pero lo único que había sentido a nivel interior era una profunda pena. Tacho debía de pensar que era la mujer más frívola del universo. 
Llegó a su casa, comió algo y revisó el mail. No había ningún correo nuevo. Se echó una siesta y para cuando se levantó, se preparó para ir al concierto de Rocío. Partió con Eugenia, María y Benjamín. Se encontraría con el resto allá. 
Llegó al Luna Park y se ubicó en su asiento sin ningún problema. Esperó un rato largo hasta que Rocío apareció en la pantalla. ¡Bienvenido Buenos Aires! ¿Están listos para la fiesta?  Era una filmación en vivo. El lugar estalló en gritos. ¡Muy pronto vamos a estar cantando todos juntos, pero ahora, una bienvenida a mi telonero preferido, Peter Lanzani! Mariana se levantó automáticamente para salir del lugar, pero Eugenia la sostuvo de una mano. 

-
Si sos lo suficientemente fuerte, como yo creo, tenés que quedarte y demostrarle que nada de él te importa.- le pidió mientras la obligaba a seguir allí sentada. Pedro se acercó al micrófono en un mar de aplausos y empezó la balada.
Todavía yo siento tus caricias, 
Y tu respiración sobre mi piel. 
No hay quien me haga olvidar tu sonrisa, 
Y sigo amándote hoy más que ayer, 
Soñando con volverte a ver.
Cada día que pasa más me mata tu ausencia, 
Y pierdo la fé.
Quisiera poder olvidarme de ti, 
Con otra sacarte por siempre de mí, 
Decirte a la cara que no me haces falta para poder vivir. 
Quisiera borrarte de mi corazón, 
Quitar de mi boca tu dulce sabor, 
No echarte de menos al llegar la noche, 
Y sin reproches, resignarme a tu adiós.
Más cuando creo que ya te he olvidado, 
Descubro que aun te amo... 
Sé que soy culpable de mi suerte, 
Y que mi sufrimiento no te hará volver,
En mí otra vez creer. 
Te hice llorar y me arrepiento, 
Amor cuanto lo siento, 
Si no te vuelvo a ver, no sobreviviré... 

Mariana cantaba la canción, la conocía. Era de Luis Fonsi, solo que no sabía porque Pedro la estaba cantando. Seguro después le hacían una demanda por derechos de autor. 
Cantaba la canción porque había ido a un concierto. Pensaba eso, pero en el interior, cada palabra se le clavaba como un puñal que la hería más que el anterior. No miró a Pedro ni una sola vez, sino a la pantalla gigante que había un costado. Era una imágen mucho más superficial que tenerlo a medio metro mirándola. Porque si, por la pantalla podía ver que él miraba hacia abajo, en un punto fijo. 
Escuchó sus agradecimientos en el micrófono y desapareció de la escena. Rocío provocó los gritos de todos en aquél lugar, mientras se acercaba al micrófono con la guitarra colgada en sus hombros. Se sentó en la banqueta. Vamos a empezar con un lento que me gusta mucho, y después vamos a subir el ritmo, le sonrió a su público.
Y me puse a pensar en vos, 
En esos días en que todo estaba bien entre los dos, 
Con vos, 
En esos días en que yo, tenía tu amor. 
Peter la miró desde un costado del escenario. Hace mucho tiempo que no la veía y descubría todo nuevo en ella. Tenía el pelo más largo, obvio, y el flequillo se lo había cortado hacia al costado. Estaba mucho más blanca y no parecía mostrar una pizca de sentimiento. No la había mirado ni una vez desde que él había cantado. Si ella solo supiera lo mucho que le había tenido que rogar a Emilia para que le dejara abrir el concierto, sabiendo que su sobrina iba a estar ahí se oponía. Pero no había provocado absolutamente nada en ella. 







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miércoles, 15 de mayo de 2013

CAPITULO 99.




A la mañana siguiente, incluso antes de abrir los ojos, supo que debía de tener un aspecto sumamente desagradable. Se dirigió al baño y sin siquiera mirarse al espejo, se metió en la ducha. Salió y se secó con cuidado – o muy despacio – antes de volver al cuarto solo en ropa interior. Se puso un jean, una remera, un sweater y unas zapatillas.

-
Buen día... ¿Cómo estás? - Emilia se sentó en la mesa donde Lali desayunaba.
-
Bien.- por supuesto que era solo un decir.
-
No pensé que fueras a levantarte hoy, tan temprano.
-
Tengo que ir al médico. No me sentí nada bien en el bautismo y Cristóbal me dijo que me esperaba para hacerme análisis.
-
¿Querés que te acompañe? - desde que estaba de novia con Camilo, era él quien hacia las cosas en la discográfica, y ella desde la casa.
-
No. Prefiero ir sola... ¿Me llevás?
-
Si, claro. 
Emilia la dejó en el hospital. Pasó por la recepción sin ser detenida y llamó a la puerta del consultorio: Médico General, doctor Cristóbal Espósito. 

-
Hola.- le dio una vaga sonrisa mientras se sentaba en el escritorio. Miró a su hermano.- ¿Te pasó algo? No es por nada pero te ves horrible.
-
Tuve una emergencia a media noche. Un paciente se quebró tres falanges proximales y tuve que atenderlo.
-
Ah, como si supiera lo que es eso.
-
Falanges proximales.- se señaló los nudillos del dedo índice, mayor y anular.
-
Ay, le debe de haber dolido mucho. Bueno, estoy lista. - estiró su brazo y él le dio una sonrisa. Sacó la jeringa de un cajón, y la aguja. Mariana no se quejó en absoluto mientras le sacaba la sangre. - Vamos al laboratorio. La voy a analizar yo mismo, y ahora. 
Cruzaron casi todo el hospital hasta llegar al ala Este. Entraron en el laboratorio y Cristóbal metió la sangre en una máquina que empezó a girar. 

-
¿Podemos hablar? - se ubicó en una banqueta. Ella estaba sentada en otra.
-
¿De? 
-
Varias cosas. Primero... viste que te anduviste mareando ¿No? Bueno... ¿No se te ocurrió pensar en la posibilidad de un embarazo?
-
¿Qué?
-
¿Vos y Peter estuvieron usando los preservativos que les di?
-
No.- miró el piso.
-
Entonces hay chances, Lali.
-
Pero tomo pastillas.
-
Pero te estuve dando descongestionantes. Me olvidé de decírtelo, perdón. Pero si  mezclas antibióticos con las pastillas anticonceptivas anula el efecto. 
-
¿Vos me estás diciendo que estoy embarazada? - se sostuvo a lo primero que encontró para no caerse. 
-
No sé, decime vos.
-
No sé. 
-
Entonces vamos a esperar. Solo quiero que estés preparada para cualquier tipo de resultado, Lali. 
Mariana hizo cuentas. Trató de recordar la última vez que había estado con Pedro. Los mareos habían empezado el miércoles, y entonces tenía que haber sido antes. Había estado con él mismo día que habían terminado la relación. En ese caso el embarazo llevaría tres semanas. ¿Aparecían tan pronto los síntomas? Trató recordar la inmediata vez anterior. Cuando había vuelto del viaje de 20 días. Entonces tendría seis semanas, el doble. Eso era más probable. Se mareó. No podía ser. Embarazada, no.

-
Hablemos de otra cosa, mejor. De Peter, por ejemplo.
-
No quiero hablar de él.
-
Sé que se pelearon.
-
¿Cómo sabés?
-
Porque me contó.
-
¿Desde cuando son tan amigos?
-
Digamos que si una persona que conocés, y que querés, te llama en el medio de la madrugada y cuando llegás a su casa tiene tres falanges proximales rotas, te da el derecho de preguntar.
-
¿Qué?- lo miró.
-
Peter me llamó a las cuatro de la mañana, muerto de dolor. Cuando llegué a su casa estaba tirado en el suelo echo un bollo y con la mano en una posición muy rara. Me dijo que estaba tan enojado que había tirado puñetazos al aire. Se rompió cada falange con un mueble diferente. Lo traje al hospital, le hice una placa para asegurarme, le acomodé los huesos y le puse el yeso. 
-
… Ah. 
-
Y entonces le pregunté que había pasado para que se enojara tanto, y me contó todo. 
-
Y ahora vos tampoco querés hablarle.
-
Me da igual.- se encogió de hombros y ella lo miró boquiabierta.- Es tu relación con Peter, no va a dañar la mía. No me interesa lo que haga y deje de hacer mientras sea un buen tipo con Angelo. Y lo es, ama a mi hijo.
-
No puedo creer que me digas esto. 
-
No es tan raro. - le sonó el celular y lo sacó del bolsillo de su guardapolvo.- ¿Por qué no esperás afuera? - detuvo la máquina y esta no giró más. 

Se bajó de la banqueta de un pequeño salto y luego se sostuvo para no caerse. ¿Por qué se mareaba tanto? Salió del laboratorio y se sentó una silla. Unos minutos más tardes, un cuerpo se ubicó junto al de ella. 

-
Ya sé que me odiás. Pero Cristóbal me dijo que podés estar embarazada y quiero estar acá si llega a ser real.- Pedro estaba afónico.

Mariana fijó su atención en su mano izquierda, que tenía un yeso. Se preguntó como haría con todas esas sesiones fotográficas pendientes. No dijo nada y se quedó en silencio, mirando los autos pasar, por la ventana. Cristóbal salió del laboratorio unos treinta minutos más tarde. Peter se levantó ella, no.

-
¿Cómo estás de la mano? - quiso saber. 
-
Bien. 
-
Te voy a recetar gomenol para que se te pase el problema de garganta.
-
¿Y...? - miró el papel que Cristóbal tenía en la mano.
-
Lali, tenés anemia.- miró a su hermana. Pedro destensó los hombros y fijo los ojos en el piso, tratando de ocultar las lágrimas. 
-
¿Anemia? 
-
Si. No es nada grave. Te voy a hacer una dieta rica en hierro y se te va a pasar. A eso se debía tu vértigo y la taquicardia. No es nada grave, solamente no te estuviste alimentando bien. 
-
Si. Digamos que no como mucho desde que Luz se fue, era ella la que cocinaba.- explicó.
-
Paso por tu casa más tarde y te dejo la receta, quiero componerla bien y consultar con nutricionistas.
-
Entonces  me voy. 
-
Que tengas un buen día.- dejó un beso en su mejilla y ella cruzó el pasillo. Cristóbal se giró y miró a Peter. - Ey. El gomenol no es mágico, si no parás de llorar en algún momento vas a seguir igual de afónico.
-
Nunca me había sido tan indeferente.- miró por donde ella se había ido.- Siempre era sí o era no... Podía amarme o podía discutirme pero nunca había dejado de hablarme. Es lo más doloroso que me hizo en la vida.
-
¿Es solo porque no te habla que llorás? - lo tomó por un hombro y  lo obligó a sentarse en una de las sillas plásticas, azules. Él no opuso mucha resistencia, su cuerpo se encontraba en un estado de flojedad absoluta. 
-
… Quería que estuviera embarazada.- confesó, sintiéndose morir.- Quería que tuviera un hijo mío, quería sentir que algo nos podía unir todavía, lo quería desde antes de estar mal y ahora lo quiero más que nunca.- lloró lleno de amargura. 
-
No es bueno tener un hijo en estas situaciones, Pitt.
-
Si. Si porque Mariana se iba a acercar a mí ¿No la ves? No me habla, no se me acerca, no... Ni siquiera me mira... Si estaba embarazada y tenía un hijo mío... La iba a tener al lado mío toda la vida, aunque me odiara, pero ahora no hay nada ¿Entendés? Nada, lo único que me queda es ver como ella se sigue yendo de mi vida, más de lo que ya se fue.- sollozó. 
-
Ella no lo sabe, Pitt. Ella no sabe por todo lo que estás pasando. Es cuestión de que se lo digas para que te perdone.
-
¡Ni siquiera me cree que no fui yo el que hizo esa nota! ¡No sé de donde mierda salió! - gritó y las palabras le salían cortadas por el mal estado de sus cuerdas vocales. Volvió lo que tenía de su voz a un estado normal cuando vió como todos se giraban a mirarlo en el pasillo. - Perdí su confianza y por más que le diga todo no va a confiar en mí, no otra vez. Ya está. 


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Si yo les explicara la cantidad monumental de cosas que me mandan a estudiar en la facultad, creo que se querrían morir. Anyway, dejo un capitulo largo :)


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miércoles, 8 de mayo de 2013

CAPITULO 98.




Mariana estira sus brazos y bosteza. Se siente desconcertada unos segundos, hasta que recuerda en donde está. No tiene su bolso a mano y por eso, al ver la computadora encendida, se acerca a mirar la hora. 21:16, dice. Es tarde. Piensa en que tiene que ir a casa, hasta que una ventana minimizada en la barra de herramientas capta su atención. La abre, y cae sentada en la silla giratoria. 
“La dramática historia de vida de Mariana “Lali” Espósito”  decía el titular de aquél artículo en el portal. Lo leyó mientras sentía como los ojos se le llenaban de lágrimas. La historia relataba con lujos de detalle como su padre había engañado a su madre, como un hermano mayor había aparecido en su vida, de la nada,  después de 18 años, y como lo había encontrado de casualidad en un hospital. 

-
Ey, no sentí que te despertaras. ¿Tenés hambre? Frité milanesas.- Mariana sintió como se abría la puerta. El pecho se le aceleró y sintió la falta de aire.
-
¿Cómo... Cómo pudiste hacerme una cosa así? - se paró, tambaleante, y lo miró, echa un manojo de lágrimas, vértigo y sin aire.- ¿¡Cómo pudiste?!- estalló.- ¡Sos una basura! ¿¡Cómo fuiste capaz de meter a mi familia en todo ésto, enfermo?!
-
¡Yo no fui!
-
¡No mientas! ¡Sos la única persona que me podía hacer esto!
-
Lali, te juro que yo no fui. Estoy intentando averiguar como lo saben, pero te juro que no fui yo.
-
¡Sos un traidor! ¡Sos un hijo de puta, basura! ¿¡Cómo me hiciste ésto, cómo?!
-
¡Lali, yo no fui!- se desesperó.
-
¿¡Y entonces quién fue?! ¡Los chicos y mi familia son los únicos que lo sabían y ninguno de ellos sería capaz de abrir la boca! ¡Sos el único que podía hacerlo, y lo hiciste!- se sostuvo del escritorio y lloró a borbotones.
-
No sé quien fue, pero te prometo que lo voy a averiguar.- se le acercó, respiraba con una notoria dificultad.
-
¡No...! … ¡No te me acerques! - estiró una mano hacia él, que se quedó duro en el mismo lugar.
-
¡Lali te estás ahogando, dejáme ayudarte! - se sostuvo la cabeza, él también lloraba.
-
¡Salí, salí! - juntó fuerzas y se paró, golpeándolo con los puños cerrados.- ¡Sos un hijo de puta, sos un... hijo de puta! - lloró.
-
¡No fui, te juro por mi madre que no fui! ¡Te lo juro! - la sostuvo por los brazos. Ella respiró, cada vez más agitada, y él la besó para compartirle el aire, y para no dejar que se vaya. 
Mariana respondió el beso con igual intensidad. Una parte de si misma no quería creer que Pedro hubiera sido capaz de hacerle semejante cosa, y la otra, deseaba sacarse toda la bronca, el odio, la rabia que sentía, de la forma que fuera. Y si tener sexo con Peter lo hacía, entonces estaba dispuesta a ello. 
 

-
¿Qué hacés? - le consultó cuando se levantó de l cama.
-
Me voy.
-
¿Tenés ensayo mañana?
-
No. 
-
¿Entonces por qué te vas?
-
Porque se terminó todo.- se puso el vestido.
-
¿Qué? - lo miró.
-
Se termino todo, ésto. Se terminaron las chances, no me voy a acostar con vos cuando estés caliente y después hacer como si nada, y después dejar que me arruines la vida. No te creo nada.  Se terminó el nosotros... Ahora cada uno hace su vida por separado.
-
Lali, no seas así.
-
No, vos no seas así. Me dijiste que siempre me ibas a hacer sentir amor porque sabías que yo también te lo iba a hacer sentir siempre. Pero fallaste porque hace días lo único que siento es angustia y decepción.- terminó de calzarse y se puso el bolso al hombro.
-
¿Ya no me amás?
-
No sé.- se giró a mirarlo, él tenía lágrimas en los ojos.- Ahora no, a lo mejor en un rato si. Ya no sé.
-
Lali, por favor no te vayas. - se paró de la cama, llevaba boxers azules. 
-
Ya está, Peter. 
-
Por favor.- la sostuvo del brazo.- Quedáte esta noche, te prometo que apenas salga el sol dejo que te vayas sin decir nada.
-
No, Pitt.
-
Entonces dejáme darte un beso.- se le quebró la voz.- Dejáme despedirte, no me dejes tan así. 
-
Hay una sola forma de dejar a alguien, y es dejándolo. Hagamos ésto más sencillo.
-
Nada lo va a hacer más sencillo.- negó.
-
Entonces creo que hay que bancársela hasta que se pase la tormenta. Chau. Ah, una última cosa.- se giró.- Mis deseos de cumpleaños... Ninguno se cumplió.
-
¿Qué?
-
Me pediste que te dijera cuando mis deseos de cumpleaños se cumplieran. Deseé que me hicieras igual de feliz a como me hacías en ese momento, pero para siempre. Deseé que mis padres arreglaran sus problemas y pudieran ser felices juntos, pero todo solamente empeoró. Pedí no estar nunca en boca de la prensa por cosas malas, y tampoco se cumplió. Gracias Pedro, fuiste el destructor de sueños. 
Salió del cuarto lo más rápido que pudo, quería abandonar aquél lugar de inmediato. Bajó las escaleras, tropezando con los escalones, pero llegó al final de ella sin caerse. Abrió la puerta y salió, sintiendo como todo el frío le pegaba de lleno del pecho y empezaba a calarle los huesos. 
Caminó las siete cuadras echa un mar de llanto y respiración dificultosa. Intentaba calmarse pero le desesperaba la falta de aire, el mareo. Llegó a su casa, no tenía las llaves. Tocó el timbre con su apellido y se quedó prendido de él con todo su cuerpo. 

-
¡Ay! ¿Quién es? - se sintió la voz de Emilia al otro lado. Lali no pudo decir nada, solo podía llorar. 
Pasaron unos eternos minutos antes de que su tía apareciera en la puerta envuelta en un saco de hilo.

-
¡Lali! ¿Qué te pasó? - la abrazó apretándola fuerte contra su cuerpo. Lloraba de una forma tan hiriente, que podría lastimar fácilmente a una persona sin sentimientos.
-
¡¿Lo viste?! ¡¿Viste el artículo de diario!? - consultó llorando mientras ella la empujaba para que entrara dentro del edificio.
-
No ¿Qué artículo?
-
¡Peter contó todo! ¡Contó lo de mis padres, lo de Cristóbal! ¡Todo el mundo lo sabe! - Se sentó en el fondo del ascensor. 
-
Lali, te estás ahogando, por favor intentá calmarte. 
Vagamente recuerda lo que pasó. Llegó al departamento y lloró en el sillón hasta sentir que los pulmones estaban a punto de estallárseles. Emilia le dio un té, pero pasaba como si fuera carne por su garganta, apenas se habría paso. Recuerda también que Emi la llevaba a la cama y la arropaba con las sábanas echa un bollito, después de haberle cambiado la ropa. Se sentía como una niña, pequeña, indefensa, sola. 

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Soy horrible, ya lo sé. No recuerdo haber desaparecido tanto tiempo! Me siento fatal. Me estuvieron pasando TANTAS cosas en estas últimas semanas, que creo que podría escribir una nueva historia de ello! jajaja


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