CAPITULO 40.

El cielo nunca había parecido más celeste que aquél día. La sensación que los envolvía era maravillosa, conmovedora. Hace un rato que habían salido del agua, después de disfrutar de la unión más pura de sus cuerpos – y almas. Después de comer, se habían tirado boca arriba, ella apoyada en su pecho, y miraban el cielo, en silencio. Solo con el ruido del agua que corría, como fondo.

- ¿Y ahora qué? – lo mira. - ¿Y ahora, se supone que voy a aguantar tres días sin vos? – él sonrió.

- Si, vas a aguantar. Porque vas a pensar en todo los besos que te voy a dar cuando vuelva. Yo por lo menos voy a pensar en eso… es lo que siempre lleva adelante mi día, pensar en la mejor parte… la parte en la que estoy con vos.

- ¿No hará mal sentirse así, tan lleno de vida? – en ese mismo instante, se encontraba perdiéndose en sus ojos.

- No. Nada de lo que vos me hagas sentir me puede hacer mal.

- ¿Ni siquiera ese miedo que sentiste cuando te acerqué la araña? – lo mira divertida.

- No, ni siquiera ese. No te puedo imaginar haciéndome mal… Porque creo que la única forma de la que me podrías hacer mal, es haciéndote mal a vos misma. Se te veía muy divertida, asustándome con una araña. Y si vos sos feliz… a pesar de que tenga tremendo cagazo… Yo también soy feliz.

- Peter…

- ¿Si?

- El miércoles cumplimos dos meses.

- Ya sé. Creo que eso es lo que me molesta de irme, no estar acá ese día. Pero… supongo que puedo conformarme con la idea de estar con vos los meses que le siguen. – y ella le sonríe.

- ¿No es todo intenso, con solo dos meses?

- Si, es verdad. Intensamente perfecto.

- ¿Durará mucho más ésta intensidad? ¿Se acabará un día? Porque yo no quiero que se termine nunca, el sentirme así. No quiero que sean solo los primeros meses. – confiesa apenada.

- No van a ser los primeros meses. Yo voy a encargarme de hacerte sentir siempre… porque sé que vos siempre me vas a hacer sentir así. – se mordió el labio y hundió la cara en su cuello.- Odio tener que decir esto, pero… ¿Vamos yendo?

- ¿Ya?

- Y, son la una… no quiero que tengas que correr para llegar al estudio.

- ¿Y cuando me dejes en el estudio no te voy a ver más?

- Ey, te dije que iba a pasar todo el día con vos.

- ¿Y no te molesta? Digo, que te vean en Ideas, y todo eso…

- Ya te dije que a la única que le tiene que molestar todo esto es a vos, no a mí. Si fuera por mí, me pondría a gritar que estoy con vos.

- Bueno, pero después vos tenés que andar mintiendo y…

- No me importa… Me gustó el mensaje que me mandaste la otra vez, ese de “Eras vos pero sin alma”… No sé, me hizo sentir que me conocías lo suficiente para distinguir cuando miento y cuando no por televisión. Eso va a ahorrar muchos problemas futuros.

- Y a mí me gusto que dijeras que yo tenía tu alma para que la cuide por un tiempo.- juntó su nariz con la suya. – Está bien, vamos.- suspira. Él se levantó primero, junto las cosas en la mochila, y la ayudó a levantarse.

.............

Se movía por la pista totalmente concentrada. Nunca había estado tan emocional como aquél día, por absolutamente todo. Terminó la coreografía http://www.youtube.com/watch?v=LpZqCjutldw totalmente exaltada, el adagio era el ritmo con más técnica y se preocupaba por ser perfecta.

- ¡Bien eh! Yo no sé que hacen acá escondiditos, yo los mandaría a la pista.- sonrió la coach.

- No, gracias. Dejáme acá que estoy bien. - se rió y se sentó en el suelo con una toalla enroscada en el cuello, para aflojar las piernas. Tenía unos cinco minutos antes de que llegara un nuevo coach.

- Bueno chicos, nos vemos para el próximo ritmo... Ah ¿Tienen idea de si van a ser dos horas nada más?

- No, se duplicaron y van a ser cuatro, por eso empieza antes.- explicó Gastón, tomando agua.

- Ah, bárbaro. Si no me pareció qué no iba a dar para nada dos horas ¿Y ustedes ya tienen experiencia?

- No, pero vamos a tener una semana previa de refuerzo para que ya estemos prácticos, porque sino cuatro horas no rinden.

- Ah, bárbaro. Gracias chicos, nos vemos.- levanta sus ojos a Peter, que estaba sentado en un pequeño sillón y él le sonreía. La llamó con el dedo.

- Estoy toda transpirada...- puso cara de asco y se sentó en el piso, cerca de sus pies.

- Me gusta mucho como bailás. Le ponés muchas ganas, te cambia la cara.- sonrió.

- ¿Me cambia, cómo?- abre la botella de agua que él le pasó de su bolso.

- No sé, como de amor profundo a lo que estás haciendo... Ahora entiendo porque defendés tanto éste trabajo... Es obvio que ésto es lo tuyo.- y ella le sonríe.- Te amo.

- Yo más.- dejaste un beso en su boca.

- Buenas tardes chicos... ¿Empezamos?

....................

- No, por favor no te vayas.- solicita sosteniéndolo por el cuello, en la puerta del edificio.

- Me tengo que ir... Si no voy a estar en el horno para el viaje.

- ¿Cuántas horas tenés de viaje?

- 11.- y puso cara de qué, aquéllo no le gustaba nada.

- Por eso, vení, te quedas conmigo, nos quedamos toda la noche juntos, y cuando estés en el vuelo, vas a estar muy cansado y vas a dormir, se te va a pasar re rápido, Pi. Yo hacía eso para los viajes largos.- confiesa.

- Vos sabés que no es mala idea ¿No?

- Mirá que tengo todos los temas de adagio, puedo cantarte para hacerte sentir mal.- él se rió.- Lo dejaría todo porque te quedaras, mi credo, mi pasado, mi religión, después de todo estás rompiendo nuestros lazos, y dejas en pedazos éste corazón...- bailaba enroscado en su cuello, pero se detuvo y ocultó su cara.

- ¿Qué hacés?- se rió.

- Hay una cámara.- confiesa.

- ¿Qué?

- No, no te des vuelta. Te juro que hay una cámara adentro de un auto azul que hay enfrente.

- Bueno, a ver... quedémonos así, caminá para atrás... - le guió hacia atrás. Abrió la puerta del edificio, entraron y caminaron así hasta el ascensor.

- ¿No se cansan nunca?- se queja.

- Es su trabajo.- se encogió de hombros.

- ¿Te vas a quedar? Sé que te convencí con la canción.- él se rió.

- Me voy a quedar hasta que te duermas, y me voy.- avisa.

- ¿Y si no me duermo?

- Te vas a dormir en algún momento. Te moviste mucho hoy, se te nota el cansancio en la cara.

- No me voy a dormir, te juro.

- Dale dormí...- se rió, con ella enroscada en su cintura.

- No, no tengo... - bosteza- No tengo sueño.- avisa.

- Lali, se te cierran los ojos.

- Nada que ver, no tengo sueño... - niega. Se gira para agarrar la taza, pero él no la dejó.

- No, pará. No tomes más café, te va a hacer mal.- anunció.- ¿No se supone que tenés que descansar, porque sino no rendís en tu trabajo?

- Bueno, después me compro un energizante y listo.- bosteza otra vez.

-¿Por mí?

- Claro. Una noche sin dormir para verte, cuando después no te voy a ver por tres días vale la pena.- sonríe.

- Yo preferiría pasarla mirándote dormir.- sonrió.

- Si es por preferir, yo prefiero que no te vayas nunca.- señaló.

- No me voy para siempre, vuelvo en tres días. Y he tenido viajes más largo, así que acostúmbrate, chiquita.

- ¿Disculpá? No quiero ver todo lo que vas a twitter sobre "Argentina" yo no soy la única que se tiene que acostumbrar.

- Tenés razón.- se mordió el labio y la abrazó fuerte.- Prometéme que me vas a dar alguna señal de vida... No sé, mandáme un mail aunque sea. - solicita.- Ah, me olvidé.- sacó el celular del bolsillo y agarró su celular de la mesilla.- Me pasaron el número del hotel... es un número medio largo y caro, pero si pasa algo podés llamarme.- lo anotó y lo guardó. Le dio una sonrisa.

- Peter, te pido algo...- avisa con los ojos cerrados.

- Lo que quieras.

- No te vayas hasta que me duerma...- ahora hablaba en voz bajita.

- Claro. Dormí, te prometo que no me voy hasta que estés totalmente dormida.- sonrió. Ella le sonrió a tientas y buscó su boca, para dejar un último beso en ella.

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