miércoles, 14 de marzo de 2012

CAPITULO 2.



- ¡Lalonga, arriba! - la voz de la tía la despertó.
- ¿Ya es hora?- ella se sentó en la cama, con voz completamente ronca y el pelo enredado alrededor de su cara.
- Ahá. Pone esa música linda que pusiste ayer, tiene mucho power.
- ¿Cuánto tengo hasta el desayuno?
- Nada.
- ¿No me puedo bañar?
- Te bañas de noche. ¡Dale nena! Que te hice un re desayuno, aprovechalo porque no va a hacer siempre así.
- Okay, ya me levanto...

Abrió el placard, estaba demasiado acomodado para ser ella. Un jean, unas sandalias con un poco de altura, una remera suelta y un saquito, al ser temprano todavía hacía un poco de frío. La mochila ya estaba lista desde el día anterior, y la deja sobre el sillón del living antes de sentarse en la mesa.
Emilia, como se llamaba la tía, miraba la tele con concentración mientras untaba tostadas sin mirar.

- ¿Qué miras?- toma el café, su tía solía hacerlos muy cargados.
- Nada, estoy esperando las noticias del espectáculo. Salió un rumor sobre uno de nuestros cantantes y quiero saber si lo pudimos detener o se filtró.
- ¿Qué rumor?
- Nada, Rocío se encontró con un modelo compañero de ella en el colegio, y ya salieron los rumores de que andaban juntos. Lo asociaron enseguida, los periodistas saben donde mirar.
- ¿Rochi con un modelo del colegio? Debe de haber entrado después de que yo me fui, porque la verdad no lo conozco.
- Te fuiste un tiempo largo... seguramente van a haber muchas personas a las que no conoces... - sonrió.
- ¿Cómo le está yendo a Rochi? En Londres todavía no se le escuchó mucho acerca de ella...
- ¡Pará! Recién arrancó el año pasado, le queda mucho tiempo de carrera para llegar. - se rió.- Es una cantante de putamadre, super dedicada ¡tiene una voz!
- No me sorprendió enterarme de que había llegado...
- A mí me sorprendió cuando me dijiste que la conocías... ella en ningún momento me dijo nada sobre vos, ni nada.
- Si, es que no le gusta llegar a ningún lugar por medio de otros... me acuerdo de que la llamé cuando me enteré y me dijo que no quería que la eligieras por ser conocida mía.
- Es tan humilde...
- Bueno, bueno ¿Querés que ella sea tu sobrina, y no yo? - la rubia se rió, los celos eran comunes en Mariana.
- Dale, come que se me hace tarde...
- Me puedo quedar comiendo sola perfectamente, eh...
- Pero te voy a llevar...
- Emi, queda a cinco cuadras...- y se ríe, obvio.
- Bueno, pero es tu primer día devuelta, quiero acompañarte...
- Okay... - toma el último sorbo y agarra una tostada.- Vamos, miss ocupada... ¿No era que estabas de vacaciones?
- Si, pero tengo que ir a chequear unos demos... Vacaciones totales totales, no creo que tenga nunca hasta que me jubile.
- Qué horror...- sale comiendo la tostada y quejándose de aquél trabajo, tan importante para muchos.

En la puerta del colegio estaba el bullicioso general de los lunes, más teniendo en cuenta que las clases habían arrancado recién una semana atrás.
Besa la mejilla de María Emilia y baja, algo incómoda... las cosas no eran como hace tres años, podía perfectamente pasar por enfrente de uno de sus amigos y no reconocerlo. Las fotos no siempre hacían justicia a la imágen real de una persona.

Lo que si seguía siendo igual era la ubicación de los salones. Encuentra el salón del último año re fácil y se ubica en uno de los pupitres del medio; ni muy adelante, cosa de que el profesor viera todo lo que hacías, ni muy atrás para distraerse con los arma líos del fondo: esa era la forma de rendir más.

Y pasaron dos horas; la cabeza le latía como bombo cuando salió de clase de historia. Busca la cafetería, para comprar algún que otro snack: estudiar daba hambre.

- ¡LALI!- siente a alguien gritar su apodo, y cuando gira cuatro brazos la tenían rodeada. Dos cabelleras rubias le hicieron entender claramente que eran sus amigas.
- ¡Ay me muero, volviste!- eran tan parecidas las dos rubias, que uno podía llegar a decir que eran hermanas.
- Si, volví...- se rió.- Tenía miedo de no encontrarlas chicas, no las vi en clase... y hacia un tiempo largo que no hablaba con ustedes, los horarios son un poco diferentes...
- Ay, si me imagino... ¿Cómo estás?
- Bien, no sé.- volvió a reí; era de esas personas que reían porque si, porque hacía bien.
- ¿Cuándo volviste?
- Ayer al mediodía.
- ¿Y por qué no nos avisaste?
- No sé, me pareció que era muy de sopetón... no me di cuenta de avisarles con tiempo, cuando todavía estaba allá.
- ¿Y eso que tiene que ver? ¡Nos tenías que avisar en cuanto pusiste un pie en Argentina! Te extrañamos, queríamos verte... - Eugenia era de avivar a la gente a gritos.
- Si, te extrañamos mucho. Nunca más se te ocurra decir que te vas por un año y se alargue tanto, tarada...- Rocío volvió a darle un abrazo, era el factor ternura del grupo.
- Bueno, es que Londres me gustaba, y mis padres no querían dejarme volver...
- ¿Cómo los convenciste de que te dejaran?
- Primero por el trabajo que conseguí ¿Les llegó mi mail? No tuve tiempo de revisar para ver si habían respondido.
- Si, nos llegó, pero no entendimos mucho. Después vas a tener que explicar mejor como es eso de “bailarina y cantante de pruebas”.
- Bueno, hay tiempo. Y además... vieron que violento que se puso Londres, por lo del estudiante que murió y por la crisis mundial... Si bien los barrios en los que pasaron todas las cosas estaban bastante lejos de mi barrio, mis padres estaban un poco asustados por mí, se pusieron bastante paranoicos en el último tiempo. Y como acá las cosas están mucho más tranquilas... me dejaron venir. Mi tía me ayudó a convencerlos, también.
- Emilia no me avisó nada de que venías, tampoco...- recordó Rocío.
- Si, es que fue todo muy de golpe. La llamé una semana antes, los convenció, marqué pasaje, empaqueté y después de despedirme de la gente de allá me vine.
- Conta ¿Estuviste con muchos ingleses? ¿Cómo es la onda?
- ¿Por que no vamos a comer, después de clases, y les cuento? Aprovéchenme, es mi semana libre. La próxima ya empiezo con el trabajo.
- Si, dale... Ahora vamos a clase, bastante con haber faltado a las dos horas anteriores en la segunda semana de clases, Eu.
- No cambian más ustedes, eh...- se ríe, para acompañarlas dentro del aula.

Claramente, las horas se hicieron más rápidas cuando estuvo con sus amigas. Ellas le contaban algunas cosas en las entre clases, pero había sido tanto tiempo con tan poco contacto, que no había tiempo suficiente. A la salida, cruzaron al mini bar que había, y después de pedirse milanesas al pan, comenzó la charla.
Y palabras van, anécdotas, recuerdos, se hizo la hora para ella de irse.

- Bueno chicas... muy lindo todo pero yo me tengo que ir.
- ¿Cómo que te tenés que ir? ¿A dónde?
- A las cinco tengo gimnasio... tres horas. Tengo que ponerme en forma para las coreografías, además voy a conocer al chico que va a bailar conmigo.
- ¿Tres horas de gimnasio?- Eugenia por poco escupe el café que se había pedido.- ¡Es un suicidio!
- Algunas no tenemos el don de comer y que no nos salga panza, viste como es... - se ríe la morocha del equipo.
- Calláte, si estás flaquísima, Lali...- se rió Rocío.
- Si, es que desde que me ofrecieron el trabajo, tuve que hacer un mes de entrenamiento con una rutina que me mandaron por mail... estar todo el día bailando tiene mucha demanda física y cuanto más resistencia tengamos, menos posibilidad de lesiones.
- Me encanta como hablas, toda copada...- se rió Eugenia ésta vez.
- Bueno, me voy... nos vemos mañana.
- ¿Te paso a buscar para ir al colegio?- Rocío era la que vivía dos cuadras antes que ella, Eugenia vivía a la vuelta del colegio.
- Si, dale. Chau, chicas.- besa la mejilla de las dos y se toma el remis que la dejaría en el gimnasio. 

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