CAPITULO 24.

Nadie evitó la sonrisa cuando las vieron llegar a las dos, con las manos entrelazadas. Era sabido por Rocío y los hombres del equipo, que ellas habían sido las mejores amigas del universo, y podían volver a serlo solo con el tiempo.

Si le restaba el hecho de que habían llegado dos horas más tarde, todo marchaba perfectamente bien. Las cosas estaban yendo bien.

- Hola... Hola... Hola...- y dejaba un Hola con un beso en la mejilla para todos sus amigos, que mitad parados/ mitad sentados, comían alguna golosina y bostezaban intermitentemente. Llega a Peter, deja un beso en su mejilla y él la mira raro.

- ¿Te pasa algo?- la miró cuando se acomodó a su lado.

- No ¿Por?

- ¿Así saludas a tu novio?- levantó las cejas.

- Así saludo a mi novio FAMOSO.- recuerda.- Uno nunca sabe, Peter, acá hay mucha gente.

- Tenés razón.- asintió.- Ésto del ocultamiento se te dá mucho mejor a vos que a mí, eh...

- Necesito hablar con vos un segundo... ¿Podés venir? - lo llama con el dedo y se corre unos cuantos metros, hasta un rinconcito.

- Uh... Eso me suena a que hiciste algo mal. Suerte, eh...- Pablo le palmeó la espalda y él caminó hacia ella con preocupación.

- ¿Qué pasa? - la miró.

- Nada, no pongas esa cara.- se ríe.- Te quería decir que lo pensé bien, y si voy a ir al baf.

- ¿Enserio?- su cara se transformó y apareció una enorme sonrisa.

- Si. Me di cuenta de que si es tan importante para vos que vaya, no me tiene que dar miedo, porque a la corta o a la larga ésto va a salir a la luz... Si querés que esté ahí, voy a estar ahí.- explica.

- Ay... - se mordió el labio.- Gracias, enserio, es re importante para mí que vayas...- sonrió.- Dejáme darte un beso, por fa...

- No, Peter...- apoya una mano en su pecho para detenerlo. Él se giró y miró a su alrededor.

- Dale, si no hay nadie... Uno chiquito.- pidió. Ella ríe y junta su boca con la suya, sonríe porque recién ahora había empezado su día, Pedro era como su sol.

- Tá, listo, listo...- anuncia separándose.- Vamos a clase, dale. Tengo que ponerme las pilas porque estoy faltando.

- Tenés re pocas faltas, dejate de joder...- se rió.

Ese día entraba una hora más tarde a trabajar, así que invita a comer a sus amigos en casa. Excepto Benjamín (que tenía que irse a taekwondo). Todos aceptaron así que pasaron a buscar unas pizzas con muzarella y fueron directo a su casa..

Y a Agustín se le resbaló un plato, terminó echo pedazos en el suelo. Nadie entendió porque Mariana se ríe.

- Ustedes no entienden. Allá tenía pocos amigos y salíamos todo el tiempo, no estábamos en una casa.- explica desde la cocina.- Entonces, en mi casa siempre había mucho silencio, no sé porque nos dieron una casa tan grande para tres. Ésto no sé, es como alegre. Por eso siempre dije que quiero tener muchos hijos, 4 por lo menos. Para que haya mucho ruido y alegría.

- La que te espera, macho... - Vico le golpeó la espalda y Peter se rió solo un segundo, sus ojos estaban concentrados en la pantalla del celular.

- Ché, yo me tendría que ir yendo...

- Yo te llevo, no te apures. tengo que ir a buscar a Miru.- explicó Vico.

- Ay, yo quiero un hermano así... A mí Pato no me lleva ni a la esquina.- Pato era el hermano tres años mayor de María y Benja.

- Ché, hay helado ¿Quieren? - viene de la cocina con el pote.

- ¡Si!

- Hay de varios gustos, vengan a elegir ¿Y Peter?- frunce las cejas.

- Afuera, con el celu.- señaló Euge.

- Voy a preguntarte de que quiere... - abre la puerta y sale, él estaba en el pasillo hablando por celular. Vuelve a cerrar la puerta cuando lo ve concentrado.

-... Me chupa un huevo, Ricardo. Que salga y diga lo que quiera, ese tipo no va a entrar al desfile ni a la zona a costa mía... Que hable lo peor de mí, o lo mejor, no me interesa, con eso no va a conseguir un pase... Si, estoy seguro. Además se va a aprovechar de éste pedido y va a seguir, a mí no me va a venir a chantajear nadie y menos él. Eh... si, como en una hora voy. No, es que quiero llevar a mi novia... Es que no hay discusión, ese tipo no va a venir a intentar cagarme. Si. Nos vemos, chau.- hizo amague a pegarle a la pared, pero en el último segundo detuvo la mano y bajó.

- ¿Todo bien?- él se giró y la miró.

- Si.- se encogió de hombros, no muy seguro.

- ¿Te tenés que ir? No necesito que me lleves, Vico puede...

- No, no me tengo que ir... - se mordió el labio y bufó.

- ¿Puedo hacer algo por vos?- él la miró unos segundos.

- Dame un abrazo.- pidió y accede. Se encogió y apoyó su cabeza en el hombro de ella, unos segundos.- Ta, ya está.- se separó.

- ¿Seguro? Peter, si querés llorar podés, yo no te voy a hacer preguntas. - apoya las manos en sus mejillas.

- ¿Cómo sabés que quiero llorar?

- Porque te estoy mirando.

- No quiero llorar... O sea si, pero no vale la pena.- rascó sus ojos.

- ¿Querés entrar? - limpia un borde de su ojo, apenas mojado.

- Si... pero no le digas a los chicos ¿Si?- asiente y entran de la mano.

- ¡Al fin! Meta beso afuera. Te serví de sambayón, Peter. No te toca elegir.

- No quiero Euge, gracias.- ella frunció las cejas.

- Yo me lo como.- se lo sacaste de la mano y te sentaste en el sillón, con la cabeza apoyada en el pecho de Peter. Dejaste el pote vacío y en la mesita y acariciaste su pecho de remera bordó. El corazón le latía rapidísimo, pero cinco minutos más tarde bombeaba más despacio. Lo miraste, él te dio una sonrisa mucho más compuesta.

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